Incendios forestales: sus terribles consecuencias y cómo evitarlos
Con la llegada del calor, llega también el peligro de que se produzcan incendios forestales. En los últimos años han tenido terribles consecuencias en muchas zonas del mundo, en gran medida por el cambio climático, y detrás de la mayoría de ellos, lamentablemente, está la acción del hombre, una figura que sigue siendo clave para poder evitarlos en la mayoría de los casos.
Sin embargo, en los últimos años, tal y como alertan desde WWF “ya no se limitan al verano” y se han convertido en un problema global. Apuntan a que, en la actualidad hay menos incendios, pero son mucho más destructivos que antes. Son los incendios ‘de sexta generación’, también conocidos como los ‘superincendios’.
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Greenpeace apunta que “el fuego es un elemento natural que necesita nuestro ecosistema para la regeneración de bosques y montes, pues aporta estrategias rebrotadoras y de germinación tras su paso. Sin embargo, ha dejado de ser una perturbación natural que modela el paisaje para convertirse en una terrible amenaza que en más de un 96% de los casos está ocasionada por el ser humano”.
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El fenómeno de los incendios forestales, indican desde Greenpeace, “se ha convertido en uno de los mayores problemas ambientales que sufren nuestros montes debido a la elevada frecuencia e intensidad que ha adquirido en las últimas décadas”.
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Además de los llamados pirómanos, personas que por la razón que sea provocan fuegos en los bosques y montes, pero que son casos excepcionales, son varias las causas han supuesto un incremento de estos fenómenos con terribles consecuencias para el medio ambiente.
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La primera de ellas es el cambio climático. El aumento de las olas de calor da lugar a lo que se denomina como ‘estrés hídrico’, es decir, a la falta de agua en el terreno, lo que hace que se seque y sea más vulnerable ante el fuego. Los incendios en estos lugares suelen ser devastadores, ya que suelen contar con mucha vegetación seca y continua en el espacio.
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La falta de cuidado del campo y la matorralización en las zonas rurales provocadas por el éxodo hacia las ciudades podría ser otra de las causas. Siempre se ha dicho la importancia que tenía la gente del campo y el ganado para ‘limpiar’ los bosques, un trabajo en extinción que hace que todo se llene de vegetación de forma salvaje.
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Desde Greenpeace apuntan además a la construcción en el campo que “con una gestión urbanística que no ha tenido ni tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal” y que hace a estas urbanizaciones o viviendas vulnerables frente al fuego.
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Las consecuencias de todo esto son la erosión del suelo, al desaparecer la capa vegetal que lo protege; la muerte de animales e incluso de personas; los perjuicios económicos, generales y personales; la contaminación de los ríos; alteraciones -a veces irreversibles- del paisaje y el medio natural; y la contribución potenciar el cambio climático.
El estado de California, en Estados Unidos, es una de esas zonas del mundo que se han hecho habituales en la televisión cuando se habla de incendios forestales, con escenas apocalípticas en las que el fuego arrasa bosques y viviendas. En 2020, el peor de los últimos años, quedaron arrasadas 2,6 millones de hectáreas en la costa oeste norteamericana, especialmente en California, pero también en Oregon y Washington, y se llevaron la vida de 46 personas.
España es otro foco importante de incendios forestales en el mundo a pesar de su pequeño tamaño. El 2012 fue el peor de los últimos años en este sentido, con un total de 218.956 hectáreas quemadas y el 2017 el que más grandes incendios se produjeron. En la mente de todos están los del pasado año 2021 en Ávila, con 22.037 hectáreas arrasadas, y en la Sierra Bermeja (Málaga), con 7.664 hectáreas. O este mismo año 2022 en la Sierra de la Culebra (Zamora), con 25.228 hectáreas quemadas.
Portugal tampoco es un caso aislado en el tema de los incendios y suelen ser noticia todos los veranos. Suelen ser especialmente activos al norte del país, donde existe una mayor masa forestal y, en muchas ocasiones los medios de extinción se ven desbordados, por lo que cuentan con medios españoles para ayudarles en su extinción. El 2017 fue el peor año para los lusos con 36.000 hectáreas afectadas, destacando el que tuvo lugar en Pedrógão Grande, pera el que se movilizaron 1.700 bomberos y que provocó 254 heridos, siete de ellos críticos. Solo en la noche del 17 al 18 de junio de aquel año se registraron 156 incendios en todo el país.
Para buscar zonas con peligro potencial de incendios, basta hacer un barrido por la costa mediterránea. Otro ejemplo es Grecia, que en 2021 también sufrió una importante serie de incendios forestales en medio de una ola de calor sin precedentes en el país. Se quemaron grandes extensiones de terreno llegando incluso a amenazar a la capital, Atenas, y necesitaron ayuda internacional de Croacia, Chipre, Egipto, Francia, Alemania, Israel, Polonia, Rumanía, España, Suecia, Suiza, Ucrania y Estados Unidos para sofocar los incendios.
Tampoco se libró ese fatídico 2021 -y ya viene siendo algo constante- Turquía. En su caso, ese año los incendios afectaron a un total de 17 provincias y provocaron 4 muertos. También contaron con ayuda de otros países como Rusia, Ucrania, Irán, Azerbaiyán y la Unión Europea. Se quemaron más de 160.000 hectáreas y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, denominó a las zonas afectadas como “áreas de desastre”.
En el caso de Italia, solo en 2021 perdió un espacio forestal de 110.000 hectáreas a causa de los incendios forestales, cuatro veces más que la media de la última década. Según los datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios (EFFIS), se registraron más de 400 grandes incendios.
Al otro lado del Mediterráneo, tampoco son ajenos a los problemas con los incendios forestales. En Argelia provocaron 65 víctimas mortales en 2021 y su primer ministro, Aïmene Benabderrahmane, lo definió como una “tragedia nacional”. En el caso de su vecina Túnez, se registraron un total de 165 incendios que destruyeron más de 4.800 hectáreas de bosque.
Otro caso que nos dejó impactados en 2021 fue el del Amazonas. El gran pulmón verde del mundo fue arrasado por los incendios, cerca de 300, la mayoría de ellos concentrados en Brasil, según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP). El 2020 fue incluso peor, con 2.250 fuegos a lo largo de toda la temporada y, curiosamente, casi el 70% de los incendios ocurridos en territorio brasileño tuvieron su origen en grandes áreas que habían sido deforestadas.
Australia es otro rincón del mundo que suele convivir año tras años con los incendios forestales. 2019 y 2020 fueron los peores años que se recuerdan en el país oceánico con 18 millones de hectáreas quemadas de las que 12 millones eran bosques y en las que, según WWF, fueron víctimas del fuego más de tres millones de animales.
Imagen: Jo Anne McArthur (Unsplash)
Ni siquiera el Círculo Polar Ártico es ajeno al fuego. En el verano de 2020, los incendios forestales en el Ártico superaron todos los récords de emisiones de CO2, según los científicos del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copernicus (CAMS). El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta y ya ve como los incendios empiezan también a amenazarlo.
¿Y qué podemos hacer para evitar estos terribles incendios? Desde los Gobiernos, lo fundamental es sin duda la prevención, algo que genera mucha polémica, ya que se los acusa de no poner los medios necesarios durante todo el año, limpiar los montes durante el invierno y de ‘curar’ más que ‘prevenir’.
Imagen: Karsten Winegeart (Unsplash)
Desde Greenpeace dan la clave: “Es fundamental actuar tanto en las causas que originan los incendios como en las que los propagan. De otra manera, independientemente de cómo se haya originado, habrá un incendio difícil de controlar”.
Imagen: Marcus Kauffman (Unsplash)
WWF destaca también la importancia del arbolado en la prevención de incendios. Los árboles no solo pueden ser víctimas, sino también la solución. “Juntos mantienen el clima estable, capturan inmensas cantidades de C02, liberan oxígeno, crean agua y forman bosques que son el hogar de millones de personas y de la mayor parte de la biodiversidad de la tierra” apuntan, a la vez que advierten “existe una relación directa entre los incendios, deforestación y pandemias”.
Imagen: Kazuend (Unsplash)
En ese sentido, apuntan desde la ONG: “Los grandes incendios no se apagan con agua, sino con gestión forestal y planificación territorial. (…) Solo reduciendo la vulnerabilidad del paisaje a la propagación de las llamas -con cortafuegos, por ejemplo- evitaremos los grandes incendios forestales”.
Además, es importante que los que mandan trabajen bien en la concienciación ambiental de sus ciudadanos, además de en aumentar los controles y aplicar la ley en todos los casos en los que la mano del hombre tenga la responsabilidad sobre un incendio.
Imagen: Alan Rodríguez (Unsplash)
En cuanto a las personas de forma individual, existen varias cuestiones que están en nuestra mano para evitar que se produzcan incendios. Por ejemplo, evitando abandonar residuos en medio de zonas con peligro y que puedan provocar un incendio: botellas y otros objetos de cristal, cigarros mal apagados -tampoco tirándolos desde la ventanilla del coche-, etc.
Imagen: Alessandro Cavestro (Unsplash)
Es imprescindible cumplir también con la normativa que prohíbe hacer fuegos en zonas especialmente vulnerables, ya sean por ocio, como barbacoas, o por actuaciones agrícolas, como la quema de rastrojos. El 95% de los incendios se provocan por negligencias de este tipo.
Imagen: Courtnie Tosana (Unsplash)
Para aquellos que tengan viviendas en el campo, es mejor evitar la decoración exterior con especies vegetales que ardan con facilidad, como cipreses o arizónicas, y evitar cuestiones como las de los dos puntos anteriores dentro de nuestra propiedad o alrededores.
Imagen: Herbert Goetsch (Unsplash)
Debemos tener también mucho cuidado con el uso de vehículos o de aparatos mecánicos en el campo -algo importante dentro también del mundo de la agricultura y la ganadería-. El sobrecalentamiento de estos vehículos de combustión o algún problema en ellos puede ser causa de incendios.
Imagen: Reinhard Thrainer (Pixabay)
Además, en el caso de vernos de frente con un incendio, es importante saber cómo reaccionar ante él. Lo primero, avisar a las autoridades competentes y, en caso de vernos en peligro, siempre huir en dirección contraria a donde sople el viento o por los laterales. Debemos buscar llanos despejados, evitando laderas o barrancos y, siempre escuchar a los profesionales que saben lo que hacer.
Imagen: Caleb Cook (Unsplash)
En nuestra mano está que, a pesar del inevitable empujón que provoca el cambio climático, evitemos en la medida de los posible estos incendios forestales, que acaban con nuestros paisajes, nuestro medio natural y nuestros medios de vida. El futuro de la Tierra y sus riquezas ambientales y nuestro futuro están en juego.
Imagen: Joanne Francis (Unsplash)