La sentencia que lo cambió todo: ¿puede cerrarse un acuerdo legal con un emoji?

Un emoji vinculante
Visto para sentencia
Thumb Up
La nueva realidad
La linaza que nunca llegó
Un acuerdo ya hablado
Un contrato por WhatsApp
¿Recibido o firmado?
El envío que nunca se hizo
Un malentendido que fue a más
Faltó comunicación
Un historial en común
Relación comercial satisfactoria (hasta 2021)
Un emoji, una firma
Condena en firme
Debate abierto
Un emoji vinculante

¿Serviría un emoji para cerrar un acuerdo legal? Antes de exponer y desarrollar la cuestión, conviene dar respuesta a la pregunta de portada y ésta es afirmativa. Sí, un emoji es vinculante de cara a un contrato entre partes. Al menos en el caso que nos ocupa.

 

Visto para sentencia

Y no, no lo decimos nosotros, lo dice el juez T. J. Keene, del Tribunal del Rey en Saskatchewan (Canadá).

Foto: Pexels - Sora Shimazaki

Thumb Up

Este juez dictaminó que el famoso emoji del pulgar hacia arriba era suficiente para confirmar que una parte acepta de forma oficial y fehaciente el contrato enviado por la otra.

Foto: Freepik

La nueva realidad

Y lo hizo en virtud de la nueva realidad de la sociedad canadiense, como el propio juez confirmó al dictar sentencia.

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La linaza que nunca llegó

Esta curiosa historia de negocios 2.0 ha sido recogida por 'The New York Times' e implica a un agricultor, un comprador de grano y 87 toneladas métricas de linaza.

Un acuerdo ya hablado

Todo comienza en el año 2021 cuando el agricultor Chris Achter acuerda con Kent Mickleborough la venta de las ya mencionadas 87 toneladas métricas de linaza.

 

Un contrato por WhatsApp

En un momento dado, Kent Mickleborough envía una foto del contrato que formaliza la compraventa, con su firma ya estampada, y éste es recibido por Chris Achter.

Foto: Unsplash - Cytonn Photography

¿Recibido o firmado?

El agricultor, tras recibir la foto del contrato, responde a su socio con el conocido y ahora polémico emoji del pulgar hacia arriba.

Foto: Unsplash - Rowen Smith

El envío que nunca se hizo

El pulgar hacia arriba fue suficiente para que Kent Mickleborough entendiera que el acuerdo estaba sellado y, con esa premisa, ya sólo quedaba esperar el envío de la linaza. Un envío que jamás llegó a hacerse.

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Un malentendido que fue a más

Y no se hizo porque, según alegó Chris Achter, él consideraba que su emoji era indicativo de que había recibido el contrato, no que lo aceptara. El agricultor pensaba que el contrato real le sería enviado más adelante por mail o por fax.

Foto: Unsplash - Kelly Sikkema

"Por favor, confirme el contrato de linaza"

Por su parte, Kent Mickleborough se defendió asegurando que junto a la foto enviado, adjuntó una petición clara y concisa: "Por favor, confirme el contrato de linaza".

Faltó comunicación

Así las cosas, cuando Chris Achter replicó con el emoji del pulgar hacia arriba, Kent Mickleborough consideró que estaba de acuerdo con lo estipulado y dio el acuerdo por firmado.

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Un historial en común

A la hora de tomar una decisión, el juez Keene tuvo en cuenta la larga relación comercial de los implicados, así como las escuetas respuestas de Chris Achter a los mensajes compartidos con Kent Mickleborough, que iban desde un "lo veo bien", a un simple "sí", según recoge 'The New York Times'.

Relación comercial satisfactoria (hasta 2021)

Además, corroboró que en anteriores ocasiones, el agricultor había entregado el grano y el comprador le había pagado según lo acordado. Jamás hubo un problema con ellos, hasta que llegaron los emojis a su relación y ésta pasó a ser una carita triste.

Un emoji, una firma

Dos años después del incidente, el juez Keene determinó que el emoji del pulgar hacia arriba era vinculante y Chris Achter había incumplido su contrato, pues no llegó a entregar jamás la linaza.

Foto: Freepik

Condena en firme

La sentencia estableció que Chris Achter se hiciera cargo de los daños y perjuicios sufridos por Kent Mickleborough y le abonara algo más de 60.000 dólares.

Foto: Unsplash - Katya Ross

Debate abierto

A pesar de la sentencia, muchos abogados no terminan de ver la realidad del emoji del pulgar hacia arriba como un elemento vinculante en transacciones comerciales. Lo que sí parece claro es que este tipo de juicios irá en aumento en los próximos años.

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