Rebelión contra Trump en la derecha estadounidense
Donald Trump no ha explicitado su intención de presentarse a las presidenciales de 2024 pero parece evidente que lo desea: está en permanente campaña. En un acto en Washington D.C. celebrado este martes 27 de julio hizo un discurso apocalíptico ("este país se va a al infierno"-"going to hell very fast"-) y volvió a insinuar que será candidato. Sin embargo, Trump comienza a encontrarse con obstáculos serios en sus propias filas ideológicas.
"La mitad de los votantes republicanos están listos para dejar atrás a Trump" titulaba este mes de julio The New York Times basándose en una encuesta de elaboración propia.
Según dicha encuesta de The New York Times, hasta un 46% de los votantes republicanos preferiría otro candidato para 2024. ¿Se tambalea el poder de Trump como líder de la derecha estadounidense? Este verano ha habido señales de que su fulgor como estrella del Partido Republicano puede estar apagándose.
En un artículo firmado por el Consejo Editorial, el conservador (y sensacionalista) The New York Post se asegura que Trump es "indigno de ser presidente" por su actitud el 6 de enero durante los disturbios del Capitolio.
Tal y como se ha demostrado en la sesiones del Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio, Trump permitió la violencia de sus seguidores e, incluso, la promovió con tuits incendiarios. Dicen en The New York Post: "Depende del Departamento de Justicia decidir si esto es un delito. Pero por una cuestión de principios, por una cuestión de carácter , Trump ha demostrado ser indigno de volver a ser el jefe ejecutivo de este país".
The Wall Street Journal, diario económico de enorme prestigio, también lanzó el 22 de julio un artículo firmado por el Consejo Editorial en el que se criticaba duramente la actitud de Trump durante los disturbios del Capitolio.
Para The Wall Street Journal la actitud de Trump es imperdonable y su Consejo Editorial considera que "falló" y, al contrario que Mike Pence (el entonces vicepresidente), no superó el juicio que supuso una situación así.
Tanto The Wall Street Journal como The New York Post son propiedad del magnate Rupert Murdoch, también dueño de la Fox, cadena de referencia de la derecha estadounidense.
La Fox fue, sin duda, "la televisión de Trump", su más fiel apoyo, pero es verdad que en la cadena, a veces, se limitan a hacer periodismo y, por ejemplo, en la convulsa noche electoral del 3 de noviembre de 2020 dieron por ganador a Biden desechando las teorías de la conspiración que denunciaban fraude.
No obstante, la estrella más potente de la actual Fox es Tucker Carlson, con un discurso que siempre se halla en el filo, como demostró en su documental conspiranoico 'Patriot Purgue', que acusaba a Biden de perseguir patriotas como si en Estados Unidos hubiese triunfado el estalinismo.
Sea como sea, la rebelión de parte de la derecha estadounidense contra Trump resulta un hecho tanto en los medios como en el propio Partido Republicano, donde hay una líder indiscutible de la resistencia al 'trumpismo': la congresista Liz Cheney.
Liz Cheney es muy activa en el Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio y donde ella y otro colega son los únicos representantes del Partido Republicano. Liz Cheney tiene claro que Trump "encendió la llama del ataque".
Sin embargo, Trump sigue asustando a muchas figuras relevantes de su partido y, según señalaba en julio la web de Politico, "los líderes republicanos no se interpondrán en el camino de Trump 2024".
No obstante, el miedo a Trump puede cesar si su imagen sale muy erosionada por los relatos que se están escuchando en el Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio. Y, la verdad, el retrato que están haciendo quienes han ido a declarar lo colocan en una situación muy difícil.
De los diferentes testimonios se deduce que Trump quiso permanecer en la Casa Blanca a toda costa y que, si no hubiera sido por las zancadillas de algunos en su propio equipo, habría liderado el asalto al Capitolio sin gran problema.
Pero frente a todas las críticas, Trump redobla su apuesta y endurece su discurso: en su alocución de regreso a Washington D.C. del 27 de julio se declaró "la persona más perseguida de Estados Unidos", insistió en la teoría del fraude electoral y extremó sus propuestas incluyendo la pena de muerte para los traficantes de droga.
Resulta evidente que Trump provoca serias dudas a dirigentes y votantes del Partido Republicano. Pero la rebelión que parece haberse iniciado en la derecha estadounidense contra el magnate tiene un claro límite: nadie en el Partido Republicano parece capaz de enfrentarse a él en unas primarias.
Así que, en caso de que (como es previsible) Trump anuncie oficialmente su candidatura a una hipotética reelección, Estados Unidos vuelve a asomarse al abismo de la polarización extrema. Lo cual, y eso lo sabe la derecha que trata de detener a Trump, pone en peligro el propio sistema.
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