¿Podrán encarcelar a Putin por crímenes de guerra?
La pregunta se ha repetido desde el inicio del conflicto en Ucrania, en cuanto las primeras atrocidades presuntamente cometidas por las tropas rusas salieron a la luz. ¿Podría juzgarse a Putin por crímenes de guerra?
Murales como este realizado en Breslavia, una localidad polaca, presentan a Putin como un nuevo Hitler. Pero la realidad es que para juzgar al mandatario ruso como criminal de guerra hay que demostrar su responsabilidad directa en las brutalidades supuestamente cometidas por sus soldados.
Primeramente hay que saber qué se considera un crimen de guerra. En esta categoría se incluyen las matanzas de civiles, el mal trato a prisioneros, torturas y genocidio.
Es la Corte Penal Internacional de La Haya la que juzga a los criminales de guerra. Así lo hizo con quien fuera presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic. Ese caso, el de un mandatario de un país que se sentó en el banquillo por su responsabilidad en matanzas y genocidio, se suele utilizar como ejemplo de lo que puede suceder con Putin.
Milosevic murió en una celda antes de que terminase su juicio. Fue, según la autopsia, un fallecimiento por causas naturales. Sucedió en el año 2006.
Josep Borrell, Alto Comisionado de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, ha comentado en más de una ocasión que si se juzgó a los criminales de guerra de los Balcanes (y, al principio, parecía imposible), los crímenes rusos podrían acabar también en el Tribunal de La Haya. En la imagen, juicio a Radovan Karadžić, condenado a cadena perpetua por genocidio contra el pueblo bosnio.
No obstante, hay un detalle que dificulta el que Putin, en caso de que se probasen crímenes de guerra ordenados por él, acabase juzgado en La Haya. Ni Estados Unidos ni Rusia aceptan la jurisdicción de este tribunal. Ambas potencias se negaron a firmar el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Otros países que no aceptan la jurisdicción del Tribunal Penal de La Haya son China, India, Cuba, Israel o Irak. En la imagen, palestinos en un edificio bombardeado por las fuerzas israelíes en la franja de Gaza.
En todo caso, hay tres supuestos en los que la Corte Penal de La Haya puede poner en marcha un procesamiento: por indicación de un estado miembro de la Corte (firmante del Estatuto de Roma), por solicitud del Consejo de Seguridad de la ONU y por actuación de oficio de la Fiscalía. Una vez iniciado el proceso, la persecución internacional es un hecho. En la imagen, Palacio de la Paz, sede del Tribunal de La Haya.
Claro que el dilema por resolver es si Putin es responsable directo de las atrocidades de la guerra de Ucrania. Cualquier conflicto bélico tiende a los excesos, mueren inocentes y civiles, los soldados dejan rienda suela a la crueldad. ¿Todo eso es responsabilidad de un mandatario?
Y un contraejemplo que suele utilizarse: George W. Bush, presidente estadounidense impulsor de la invasión de Irak, donde sus tropas cometieron tropelías documentadas (recuérdese las torturas en la cárcel de Abu Ghraib). ¿Hubiera sido pertinente juzgarle por crímenes de guerra?
Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional reclamaron el procesamiento de Bush y Tony Blair (Primer Ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007) por crímenes de guerra. Nunca fueron enjuiciados.
Erik Larson escribió en The Washington Post: "Salvo un cambio de régimen en Moscú, el pronóstico no es bueno. La CPI no permite los juicios en ausencia, y es poco probable que la corte ponga sus manos sobre Putin o sus lugartenientes. Depende de sus estados miembros para realizar arrestos y los funcionarios rusos siempre podrían evitar viajes a un país que pueda entregarlos".
Pero más allá de la posibilidad de que sea juzgado, Thomas L. Friedman, columnista de The New York Times, opina: "Cuando el líder de Rusia, un país que abarca once zonas horarias, con vastos recursos de petróleo, gas y minerales y más ojivas nucleares que cualquier otro país, es un criminal de guerra y debe ser tratado como un paria de ahora en adelante, el mundo tal y como lo conocíamos ha cambiado profundamente. Nada puede funcionar igual".
El presidente de Estados Unidos lo tiene claro. En una contundente declaración realizada en abril de 2022, según recogió la CNBC, dijo: "“Este tipo es brutal, y lo que está sucediendo en Bucha es escandaloso y todos lo han visto (...) “Creo que es un crimen de guerra. ... Debería rendir cuentas”. El tono sorprendió ya que los mandatarios internacionales suelen ser más prudentes en sus expresiones.
Biden mencionó Bucha, uno de los lugares donde las tropas rusas realizaron una verdadera carnicería (desde Moscú aseguran que fue un montaje). De momento, el crimen de guerra del que podría responder Putin sería la matanza de civiles mediante bombardeos o por parte de sus tropas sobre el terreno.
Claro que habría que probar que Putin ordenó esos bombardeos o matanzas. Si no, estaríamos hablando de desastres de la guerra cuyos responsables estarían más abajo en el escalafón.
Bien es cierto que Putin no ha mandado detener el fuego de su artillería sobre ciudades como Mariúpol u Odesa, donde han muerto numerosos civiles. ¿Crimen o simplemente la crueldad propia de toda guerra?
El horror atómico de la bomba lanzada en Hiroshima por Estados Unidos se sitúa siempre en el centro del debate moral sobre lo que es considerado o no crimen de guerra. ¿Matar a 200.000 personas (en su inmensa mayoría civiles) fue un crimen de guerra o la inevitable acción militar para forzar la capitulación de Japón?
Del mismo modo, Putin es visto desde Estados Unidos y muchos países de Europa como el villano perfecto pero en otras latitudes su actitud pendenciera en defensa de una gran Rusia tiene tintes heroicos. ¿Acabará en prisión como criminal de guerra? Resulta dudoso pero no imposible.