Lo que puede suceder en Irán tras la muerte de su presidente
Irán inicia una nueva etapa tras la muerte en accidente de helicóptero de su presidente, Ebrahim Raisí. ¿Va a cambiar algo en el país? ¿Supone esto alguna variación sustancial en el panorama político de un régimen que, desde hace tiempo, está escorado hacia posiciones contrarias a todo reformismo?
Para empezar, fueron decretados cinco días de luto y en las calles se llora al desaparecido líder. El masivo adiós es una mezcla de devoción real por parte de alguna parte de la población y exhibición propagandística por parte del régimen.
Las zozobras de una política exterior sacudida por las guerras, el mal momento económico que atraviesa Irán y las periódicas protestas de jóvenes y mujeres son elementos que dibujan un escenario inestable para el país. Y la muerte de Ebrahim Raisí no ayuda a estabilizar las cosas.
No obstante, analistas consultados por The New York Times opinan que "la supervivencia de la República Islámica no está en riesgo" aunque, a la vez, se muestran "cautelosos".
En realidad, nadie quiere una crisis aguda en Irán en las actuales circunstancias. En un análisis de Politico sobre la situación tras la muerte de Ebrahim Raisí, Alexander Ward, Jonathan Lemire, Lara Seligman y Nahal Toosi sugerían que incluso a Estados Unidos le conviene que las cosas sigan más o menos igual de momento para no complicar más el endiablado panorama global.
"No apuesto por ningún tipo de cambio de política" asegura un funcionario de la administración estadounidense a Politico.
La realidad es que la respuesta de las autoridades iraníes al accidente de Ebrahim Raisí infundieron calma a la comunidad internacional. Un comunicado que excluía toda posibilidad de especulación sobre un posible ataque o atentado tranquilizó al mundo. Se trató de un accidente. Nada más.
Mohammad Mokhber (en la imagen), hasta ahora vicepresidente, es el actual presidente interino hasta que se convoquen nuevas elecciones en Irán. Pero no tiene por qué ser él quien a medio plazo asuma el liderazgo de la facción conservadora que actualmente dirige el país.
Sí que se complica la sucesión de Ali Jaeminí, líder supremo de la República Islámica. Ebrahim Rasí era, según muchos analistas, un sucesor muy bien situado por su conservadurismo radical.
Lo que está claro para todos los analistas es que Irán vive un momento de dominio conservador del régimen. Las veleidades reformistas que hubo en el pasado están sepultadas por la represión.
En un régimen tan cerrado como el iraní no es fácil saber qué sucede realmente en su sociedad y sus estructuras políticas. Pero los estallidos de protestas que se suceden periódicamente hablan de un descontento social evidente, sobre todo en jóvenes y mujeres.
El futuro de Irán no depende, desde luego, de la muerte de su presidente. Ese suceso simplemente trastoca algunos planes. Pero lo importante son las corrientes de fondo en la sociedad y la política iraní. ¿Cambios inminentes? Nadie lo espera. Aunque la historia, muchas veces, da grandes sorpresas.
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