Pingelap: así es la vida en una isla donde sus habitantes son ciegos al color
Cuando alguien piensa en Micronesia, en medio del Pacífico, a la mente le vienen imágenes de playas de arena blanca, grandes cielos de color azul y mares de color esmeralda.
Envuelto en el torbellino caleidoscópico de un paraíso pintoresco, te encuentras ahora incapaz de discernir sus matices. Lo que una vez fue el azul resplandeciente del océano, se desvanece ante tus ojos en una tonalidad grisácea, como lo evidencia la instantánea capturada en la fotografía.
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La desafortunada realidad se manifiesta en los habitantes de Pingelap, un remoto atolón en las Islas Carolinas del Pacífico Sur, donde los colores se convierten en un privilegio escaso. En este rincón del mundo, la capacidad de apreciar la riqueza cromática es un don reservado para unos pocos afortunados.
La mayoría de los residentes de Pingelap sufren de una forma extrema de daltonismo llamada acromatopsia, como descubrió el Dr. Oliver Sacks (en la foto) a mediados de la década de 1990. El viaje de Sacks a Pingelap en 1994 resultó, dos años más tarde, un bestseller titulado "La isla de los ciegos al color”.
Pingelap había llamado la atención del doctor Sacks por la elevada incidencia de esta rara enfermedad genética: este defecto de visión afecta aproximadamente al 10% de los habitantes de la isla, una tasa muy superior a la incidencia en el resto del mundo: 1 entre 30.000 según el National Geographic.
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La acromatopsia es una forma de daltonismo que puede manifestarse en una incapacidad total o parcial para percibir los colores. En este contexto, la riqueza visual se ve limitada por una condición que altera profundamente la experiencia sensorial de quienes la padecen.
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El daltonismo parcial, una condición en la cual los afectados tienen dificultad para percibir correctamente ciertos colores, particularmente el verde y el rojo, se encuentra ampliamente extendido a nivel mundial. Según los resultados publicados en la revista 'Nature', esta condición afecta significativamente a un 8% de la población masculina, en comparación con solo un 0,5% de la población femenina.
La acromatopsia total representa la incapacidad absoluta para distinguir cualquier color, limitando la percepción visual únicamente a tonos de negro, gris y blanco. Para quienes padecen esta afección, la capacidad de discernir entre áreas oscuras y claras en una imagen como esta persiste, aunque para apreciar los detalles con precisión, a menudo necesitan acercarse considerablemente.
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Este defecto de visión se debe a la ausencia de fotorreceptores de conos en la retina del ojo. Estos conos simples, ubicados en la región central de la retina, son responsables de la percepción del color. La falta de estos fotorreceptores impide a quienes la padecen percibir los colores, limitando su visión a tonos de negro, gris y blanco.
La capacidad humana para la visión tricromática se debe a la presencia de fotorreceptores especializados y los tres tipos de pigmentos (rojo, verde y azul) que poseen. El ojo humano alberga más de 6 millones de estos fotorreceptores, conocidos como conos. Además de permitir la percepción del color, los conos también contribuyen a mejorar la nitidez de la luz que es procesada por otro tipo de fotorreceptores presentes en la retina, conocidos como bastones.
Junto a los bastones, los conos realizan una función muy importante: la transducción. Tocados por la luz que llega al fondo del ojo, los conos y bastones la transforman en información transmitida al cerebro a través del nervio óptico. Esta información visual es luego interpretada por el cerebro, permitiéndonos percibir el mundo que nos rodea.
Una reducción en el número de conos en la región central de la retina puede resultar en la incapacidad de un individuo para discernir tanto los colores primarios como los secundarios, que surgen de la combinación de estos primeros. Esta condición puede afectar significativamente la percepción cromática del individuo, limitando su capacidad de apreciar la riqueza y variedad de tonalidades presentes en su entorno. Pero ¿cuál es la causa de este defecto?
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Cuando los conos están casi completamente ausentes, el daltonismo puede ser extremo y hacer imposible distinguir cualquier color. En este caso la persona padece una deficiencia que afecta a los tres colores primarios. Por tanto, ve el mundo “en blanco y negro”.
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Según datos actuales proporcionados por la Biblioteca Nacional de Medicina, la incidencia de esta forma específica de daltonismo es notablemente baja a nivel mundial, afectando aproximadamente a una de cada 30.000 personas. Sin embargo, en contraste, entre el 8% y el 10% de los habitantes de la remota isla de Pingelap sufren esta condición, lo que destaca la notable concentración de esta anomalía genética en una población específica.
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Además de la afectación en la percepción cromática, las personas con daltonismo enfrentan desafíos adicionales relacionados con la luminosidad: experimentan una visión menos nítida y son notablemente sensibles a la intensidad de la luz.
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Los desafíos asociados a esta enfermedad son diversos, tal y como explica un pescador de la isla a la “BBC": "Me resulta difícil estar fuera durante el día, porque cuando hace sol no veo nada y no puedo hacer mi trabajo”. Por lo tanto señalo su preferencia por pescar durante la noche.
La acromatopsia es una enfermedad genética que, en el caso de Pingelap, se atribuye a un individuo presuntamente portador del gen asociado. La incidencia de esta condición parece haber aumentado drásticamente después del devastador tifón Lengkieki, que golpeó la isla en 1775 y resultó en la pérdida del 80% de su población.
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Debido a su ubicación, el pequeño atolón de aproximadamente 2 km² está sujeto a este tipo de riesgos climáticos. Pero tifón o no, es obvio que en algún momento de la historia hubo lo que se llama un "cuello de botella" genético en la isla.
Un 'cuello de botella genético' se refiere a la deriva genética ocasionada por una reducción abrupta y significativa en el tamaño de una población, lo que conlleva a una disminución en la diversidad genética. Por lo general, este fenómeno presenta dos escenarios: o bien hay una reducción en el número de alelos presentes, o algunos de ellos adquieren predominancia en la población restante.
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Una situación de este tipo podría haber ocurrido en este atolón de Micronesia, donde se estima que solo el 20% de la población logró sobrevivir al tifón de 1775. Este evento catastrófico podría haber desencadenado un cuello de botella genético, reduciendo drásticamente la diversidad genética de la población que logró resistir.
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Según la leyenda, uno de los supervivientes del tifón llevaba en su herencia genética una rara variante recesiva del gen que causa esta forma extrema de acromatopsia. Se dice que este sobreviviente, identificado como el jefe de la isla, Mwahuele, fue portador de esta característica genética única que se propagó dentro de la comunidad de Pingelap.
Según un estudio publicado en el American Journal of Human Genetics, "Mwahuele tuvo siete hijos con tres mujeres y una de ellas se casó con su prima". El mismo estudio también afirma que "la explicación más probable es que el gen estaba presente, pero era raro, incluso antes del tifón Lengkieki, y que se transmitió por casualidad desde Mwahuele a algunos de los supervivientes".
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En resumen, el gen habría pasado de Mwahuele a las generaciones siguientes. Dado que se trata de un alelo recesivo, no todos los portadores desarrollan automáticamente la acromatopsia. Sin embargo, casi el 10% de la población del atolón vive sin la capacidad de experimentar el mundo en colores, sin conocer la sensación de ver un matiz.
La fotógrafa e investigadora Sanna De Wilde realizó un reportaje sobre la isla, intentando reproducir a través de una serie de fotografías la forma en que estos habitantes daltónicos perciben el mundo (como el color de esta puesta de sol en su isla). Para aquellos que no lo ven, el color es, en última instancia, sólo una "palabra".