¿Por qué todo el mundo odia a Novak Djokovic?
Novak Djokovic ha protagonizado en la última edición del Open de Australia su enésima polémica sobre la pista. Después de perder en el desempate del primer set en las semifinales del torneo contra el alemán Alexander Zverev, decidió retirarse marchándose entre los abucheos del público presente.
Después de un torneo en el que ha vuelto a ser foco de duras críticas por sus enfrentamientos con varios seguidores, su desplante a un entrevistador sobre la pista o las acusaciones de haber sido envenenado en Melbourne en 2022, su decisión de dejar plantado a Zverev y al propio público generó un estado de irritación generalizado contra el serbio.
La razón que dio el Djokovic para abandonar la pista de Melbourne fue la imposibilidad de seguir jugando con el desgarro muscular que tenía y que le generaron un dolor al que le fue imposible hacer frente al terminar ese primer set del partido. "Era demasiado para manejarlo en ese momento. Final desafortunado, pero lo intenté", aseguró tras el partido.
El tenista germano salió al paso de la reacción del público defendiendo a su rival: "Lo primero que quiero decir es, por favor, chicos, no abucheéis a un jugador cuando se va lesionado. Sé que todo el mundo ha pagado su entrada y quería ver un gran partido de cinco sets. Pero tenéis que entender que Novak Djokovic ha dado toda su vida al deporte en los últimos 20 años", dijo.
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Djokovic se lesionó al final del primer set de su partido de cuartos de final contra Carlos Alcaraz. Llegó a marcharse a los vestuarios para ser atendido y volvió a saltar a la pista para terminar venciendo al español, tras lo cual este le echó en cara por considerar que estaba fingiendo utilizando una "táctica malintencionada".
Pero este es sólo un capítulo más dentro de la relación de amor y (sobre todo) odio que Nole ha tenido a lo largo de su carrera con los seguidores del mundo del tenis. Y, ¿cuál es la razón de que casi todo el mundo no pueda ver al tenista serbio ni en pintura?
Uno de los grandes rivales dentro de su trayectoria, el estadounidense Andy Roddick, lo comparó con sus otros dos grandes enemigos generacionales -Rafa Nadal y Roger Federer- en unas declaraciones que hizo en el podcast 'Seved with Andy Roddick', asegurando que era el menos querido de los tres entre el público.
"Siento que Novak Djokovic es el tipo que disolvió a los Beatles, es como el Yoko Ono del tenis. (…) Es a quien no queríamos, no necesitábamos. Teníamos la rivalidad, teníamos al zurdo y al diestro", apuntaba Roddick sobre su irrupción en el mundo del tenis.
"De repente apareció este cyborg pero también alguien que juega con mucha emoción que entra y dice: 'Soy completo. No puedes atravesarme, no puedes rodearme, voy a recibir los golpes de estos tipos'. Fue extraño. Era casi como si el tipo de seguidor convencional que no está centrado en el tenis estuviera un poco enfadado con él por eso", añadió.
Las palabras de Roddick no están muy alejadas de una realidad que es más que palmaria y es que, desde sus inicios, cuando empezó a explotar al más alto nivel poniéndose a la altura de Nadal y Federer, ha tenido que arrastrar con él es estigma de ser el tercero de esa ecuación, un entrometido en la rivalidad idílica que existían entre el español y el suizo.
En esa misma línea habló el francés Jo-Wilfried Tsonga en una entrevista en 'Génération Do It Yourself', asegurando que a Djokovic lo odian "porque creo que hubo un periodo en el que no quería ser él mismo, quería ser Roger Federer o Rafael Nadal. Quizá debería haber seguido siendo él mismo todo el tiempo".
Y añadió: "No hace nada para que le aprecien, hace las cosas porque quiere que hacerlas así. Ganamos mucho cuando somos nosotros mismos. Por un momento quiso salir de esa imagen de guerrero que tiene, vivió cosas diferentes en su infancia, ¡así que en realidad es un guerrero! (…) "Habría tenido que asumir eso desde el principio.Habría sido aún más apreciado".
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El tiempo ha dado la razón a Novak Djokovic convirtiéndose en el mejor del 'Big Three', como evidencian sus 24 Grand Slams, sus 428 semanas en lo más alto, sus 40 Masters 1.000 y sus siete Copas de Maestros, pero no así el favor del público, que torneo tras torneo demuestra su animadversión hacia él.
Otro buen ejemplo de ello fue el momento que vivió, en julio de 2024, en el torneo de Wimbledon, cuando, tras vencer en octavos de final al danés Holger Rune y frente a 15.000 espectadores dijo desde la pista central imitando los abucheos del público: "Para los que me respetaron, buenas noches. Para los que no, buuuuuuenas noches".
Son solo algunos ejemplos recientes de ese odio generalizado que existe contra él y que se acrecienta cada año por la enorme personalidad del serbio, su capacidad innata para no estarse callado ante las críticas y por sus habituales salidas de tono sobre la pista.
Cambia radicalmente del momento en el que le van bien las cosas sobre la pista a cuando van mal, momento en el que suele explotar buscando todo tipo de artimañas para sacar a sus rivales del partido: protestas, gestos de enfado, provocaciones, romper raquetas… o por lo que se le ha criticado en Australia: exagerar lesiones y pedir asistencia para parar o ralentizar el ritmo de juego.
Gestos que irritan a rivales y público y a los que Nole suma además alguna que otra polémica que lo ha acompañado para echar más leña al fuego. Buen ejemplo de ello fue su postura a no vacunarse contra la Covid-19 durante la celebración del Open de Australia de 2022, lo que supuso su descalificación y su salida inmediata del país oceánico.
También saltó con él la polémica en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde mostró después de cada partido una cruz de Hilandar, de la iglesia ortodoxa. Una muestra de su profunda religiosidad y que usó allí como símbolo de protesta por la ceremonia de inauguración del evento que fue muy criticada desde los sectores más conservadores y religiosos.
A lo largo de los años, Djokovic se ha esforzado sin éxito por tratar de mejorar su imagen entre los aficionados con numerosos gestos y guiños dentro y fuera de la pista, siempre dispuesto a hacerse fotos con ellos y a firmarlos autógrafos. También haciendo exhibiciones y una profunda labor humanitaria, pero nada de eso ha servido para sentirse querido dentro del mundo del tenis.
Todo lo contrario que sucede, sin embargo, entre sus rivales, entre los que es un tenista muy valorado dentro del circuito internacional, como se ha demostrado en numerosas ocasiones, cuando, por ejemplo, salieron en su defensa tras el episodio de las vacunas John Isner, Nick Kyrgios o John Millman; o en este último y polémico partido Alexander Zverev.
A sus 37 años, no parece que Djokovic vaya a cambiar su marcada personalidad ni arreglar su relación con un público con el que nunca ha llegado a conectar. En parte por haber terminado siendo el mejor entre dos ídolos y, por otra, por su perfecta y elegante arrogancia. Y es que ya lo dijo en 2023 durante Roland Garros parafraseando a Kobe Bryant: "Nadie odia a los buenos, odian a los grandes".
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