Los futbolístas más terroríficos sobre el terreno de juego
Hay astros del fútbol cuyas maneras digamos que... agresivas... suelen causar miedo en el contrario.
Jugadores polémicos y que, en más de una ocasión, no fueron buen ejemplo de la conducta que se espera de un deportista de élite. Vamos a ver a quiénes se incluye en esta lista.
El único futbolista capaz de asustar al miedo. Natural de Watford (1965), Vinnie Jones ha acabado siendo famoso por ser actor y por sus innumerables formas de intimidar, acosar y lesionar rivales. Para la leyenda quedará su agarrón a Paul Gascoigne.
El eterno capitán del Manchester United era todo garra y pundonor pero no se andaba con chiquitas. Le pregunten a Alf-Inge Haaland, padre de Erling Haaland, a quien esperó durante meses, tras lesionarle la rodilla, para tomarse su venganza y retirarle del fútbol tras una escalofriante entrada.
El mediocentro italiano vivía los partidos con la intensidad de mil jugadores. Lo mejor de la leyenda del Milan es que no sólo gritaba y atemorizaba a sus rivales, sino que también tenía para sus compañeros cuando fallaban. Un líder revolucionado pero, al fin y al cabo, un líder.
El central que hizo historia en el Real Madrid era expeditivo y poco amigo de hacer rehenes. Si en el pelotazo se llevaba al rival, era culpa suya por ponerse en la trayectoria. Por muchos años que pasen, nadie entenderá qué le pasó por la cabeza para hacer lo que le hizo a Javier Casquero, en un partido contra el Getafe.
Pareja de baile de Pepe durante años, capitán eterno del Real Madrid y récord histórico de expulsiones en LaLiga. Un futbolista con unas condiciones excelsas y con un carácter indomable que llevaba a algunos rivales a quitarse cuando le escuchaban llegar bufando.
Si buscas central expeditivo en el diccionario, aparece una foto de Marco Materazzi al lado. Sin contemplaciones, sin miramientos y sin escrúpulos, el italiano sabía que si quería ser historia en el Calcio debía ser duro y casi se pasó de serlo. Curiosamente, será recordado por una jugada en la que él fue el agredido, por el cabezazo que le dio Zidane en la final del Mundial 2006, tras mencionar a la hermana del francés. Trash talking de manual.
Un artista de las artes oscuras. Leyenda del Sevilla histórico que dominó Europa y peleó la Liga a los dos grandes de España. Su gran hit, el codazo que dejó a Arango por el que Diego Armando Maradona llegó a pedir cárcel para el central sevillista.
Un central que siempre pareció mayor y lento pero que nunca estaba descolocado, y cuando lo estaba, no tenía problemas en solucionarlo de forma expeditiva. Su tándem con Javi Navarro se usaba en algunas cárceles para asustar a los presos. Le pregunten a Toché, a quien dejó marcado para siempre.
Con 21 años ya portaba el brazalete del Arsenal, cuando los Gunners ganaban títulos importantes y Tony Adams tuvo mucho que ver. No sólo imponía en el terreno de juego, sino también fuera de él, donde sus altercados nocturnos eran habituales, incluso llegó a estar tres meses en prisión por conducir bajo los efectos del alcohol.
El jugador holandés se atrevió a dar una patada, con los tacos de su bota, en el pecho de Xabi Alonso en la final del Mundial de Sudáfrica 2010... ¡y no fue expulsado! Solo por esa patada y por el hecho de no haber visto la tarjeta roja, De Jong daba miedo a cualquiera.
Sus 191 cm de altura parecían el doble, pues era un auténtico todo. Si a eso le sumamos su cara de villano de James Bond y su cabellera afeitada, Jaap Stam tenía todo para ser el futbolista al que recurrieran las madres para asustar a los niños que se portaban mal. Bueno, y a los delanteros que se medían a él.
Este mediocentro escocés reconoció que se afeitaba la cabeza para intimidar a sus rivales y la treta le funcionaba porque infundía pavor en todos ellos.
El mediocentro defensivo holandés era un perro de presa que no soltaba a su rival hasta quitarle la pelota o verle en el suelo. Le pregunten a Andrés Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica 2010. Fue de los pocos que sacó de quicio en un terreno de juego al mediapunta del Barcelona.
La leyenda del Bayer de Munich era carisma con guantes. Se pasaba todo el partido gritando a rivales y compañeros pero, por suerte, al estar el portería no podía moverse demasiado. A pesar de ello, una mirada suya era capaz de atravesar el campo entero hasta llegar a su propio compañero en la delantera.