Películas tan duras (o tristes) que es difícil ver de nuevo

Saw (2004)
Réquiem por un sueño (2000)
Cube (1997)
Moulin Rouge (2001)
Up (2009)
Tusk (2014)
La Tumba de las Luciérnagas (1988)
Se7en (1995)
La vida es bella (1997)
El pianista (2002)
Oldboy (2003)
El niño del pijama de rayas (2008)
Midsommar (2019)
Máscara (1985)
Locke (2013)
Irreversible (2002)
Hotel Rwanda (2004)
La habitación (2015)
Dulce venganza (2010)
El ciempiés humano (2009)
La casa de Jack (2018)
Buried (2010)
Arlington Road (1999)
127 Horas (2010)
American History X (1998)
Saw (2004)

Te fascinaron pero ya sea por violentas, duras, tristes o mil motivos, no volverás a ver estas películas. Y el ejemplo lo tienes en Jigsaw y la saga más cruda del siglo XXI. Más allá de las trampas mortales de toda la saga 'Saw', que son extremadamente explícitas y violentas, el impacto de la primera entrega fue sensacional. Dos desconocidos, en un baño cochambroso, y una salida de aquella trampa más traumática que la muerte.

Réquiem por un sueño (2000)

Una película durísima de principio a fin. Darren Aronofksy dibuja una serie de personajes desnortados a los que las adicciones han arruinado la vida y muestra ese deterioro de la misma y de todo lo que les rodea. La película tiene varias escenas absolutamente arrolladoras, aunque es el final el que se hace especialmente duro. Jared Leto, Jennifer Connelly, Marlon Wayans y Ellen Burstyn están sublimes, lo que ayuda a dar credibilidad a sus miserias.

Cube (1997)

Inquietante thriller de terror psicológico en el que un grupo de desconocidos aparece en un laberinto formado por cubos donde sólo hay una salida. El problema es que cada uno de los cubos tiene una trampa y ésta puede ser mortal. Más allá de estas trampas, 'Cube' deja claro que la naturaleza humana es traicionera por naturaleza.

 

Moulin Rouge (2001)

La película de Baz Luhrmann es una fantasía visual. Una historia de amor y musical majestuosa pero avisa al espectador desde el principio, Satine va a morir antes de que termine la película y así ocurre. Todo lo maravilloso de Moulin Rouge queda ensombrecido por su acto final

 

Up (2009)

Para mucha gente, 'Up' es la mejor película de Pixar. Ahora, revivir los cinco primeros minutos de la película, tan maravillosos como devastadores, es demasiado duro como para recuperarse de ellos. La historia de Carl y Ellie es la vida misma y, quizás por eso, cueste tanto enfrentarla.

Tusk (2014)

Dirigida por Kevin Smith, cuesta creer que el protagonista lleve a cabo su plan. Un plan que consiste en revivir una morsa, Mr. Tusk, que le salvó la vida hace años, cuando era marinero. Para conseguirlo, se servirá de un incauto Justin Long, un podcaster que va a su casa para entrevistarle y que nunca saldrá de ella. El final de la película es abrumador.

La Tumba de las Luciérnagas (1988)

Una de las historias animadas más duras que se puede encontrar. El Estudio Ghibli presenta a dos niños en época de guerra que tienen que aprender a sobrevivir a un entorno hostil. La cinta es tan gráfica que llega a mostrar cuerpos humanos ardiendo

 

Se7en (1995)

David Fincher creó un thriller psicológico majestuoso, con una trama basada en un asesino en serie que se regía por los siete pecados capitales. Junto a una historia potente, un reparto en estado de gracia, con Brad Pitt y Morgan Freeman en el lado del FBI, y Kevin Spacey metido en la piel de un villano de leyenda. La película tiene escenas complicadas de digerir pero con el final, Se7en le voló la cabeza al mundo. Hubo quien se mareó en el cine tras la escena final.

La vida es bella (1997)

La película de Roberto Benigni es maravillosa. Contar la historia de la II Guerra Mundial desde el bando de los represaliados y hacerlo en la forma que lo hace Guido a su hijo, ambos en un campo de concentración, es una obra maestra. Ahora, la historia es la que es, la de los nazis arrasando Europa. Y por si fuera poco, el final termina por golpearte el estómago como nunca nadie lo había hecho.

El pianista (2002)

Adrien Brody se coronó con una interpretación majestuosa. Su historia de supervivencia durante la II Guerra Mundial genera una tensión permanente en el espectador. Y cuando todo parece haber terminado, hay un giro inesperado que te vuelve a golpear directo al corazón.

Oldboy (2003)

Media película se pasa el protagonista metido en un zulo, con una televisión como única compañía y siendo gaseado cada noche para dormirle. No sabe quién le ha hecho eso, ni el motivo. Este tramo de cinta es agobiante, pero la segunda parte cambia esa sensación de angustia por violencia extrema que no todo el mundo es capaz de soportar.

El niño del pijama de rayas (2008)

Si la novela es dura, la película lo es casi más porque le pones cara a Bruno y Shmuel. El primero es un niño alemán que se hace amigo del segundo, un niño judío recluido en un campo de concentración. La relación de amistad que entablan los niños es preciosa pero el entorno es tan hostil como lo fue la II Guerra Mundial. El final, que podría tomarse como algo parecido a justicia divina, te dejará destrozado.

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Midsommar (2019)

La eclosión de Florence Pugh tuvo lugar con esta película de terror en la que la presunta víctima se convierte en verdugo y regala al espectador una escena final de culto. Eso sí, 'Midsommar' tiene momentos de agonía explícita que resultan muy complicados de ver por segunda vez.

 

Máscara (1985)

Un drama durísimo de ver en el que Eric Stoltz y Cher son Rocky y Rusty, madre e hijo. Él tiene una deformidad craneal y su cabeza tiene un aspecto monstruoso, lo que hace recelar a mucha gente, pero la bondad e inteligencia del joven, hace que se convierta en alguien popular en su entorno. Cuando la vida de Rocky empieza a cobrar sentido, algunas piezas se desmoronan y todo cambia. El final de la película es devastador.

 

 

Locke (2013)

Tom Hardy, metido en un coche y hablando por teléfono durante 85 minutos. Eso es Locke. Un tipo que sale del trabajo, entra en el coche y recibe una llamada que le cambia la vida. A partir de ahí, hablará con gente como Ruth Wilson, Olivia Colman o Andrew Scott pero nunca saldrán en pantalla, ni Tom Hardy del coche. Una película no apta para claustrofóbicos.

 

Irreversible (2002)

Si Monica Bellucci, protagonista de la película, aseguró que nunca pudo ver la cinta, por algo será. Para empezar, la cámara de Gaspar Noé se mueve a tal velocidad que mareó a más de un espectador. Por otro lado, la escena de los abusos al personaje de Monica Bellucci es tan explícita y tan larga que un segundo visionado puede hacer sentir realmente mal.

Hotel Rwanda (2004)

Basada en la historia real del genocidio de Ruanda, que derivó en el fallecimiento de cientos de miles de personas, la película cuenta como el gerente de un hotel se convirtió en un héroe, alojando a más de 1.000 refugiados durante aquel horroroso 1994.

La habitación (2015)

La película que presentó al mundo al joven Jacob Tremblay cuenta la historia de una mujer que lleva años secuestrada y que, en ese lapso de tiempo, ha tenido un hijo de su captor. Tras conseguir escapar, el espectador piensa que todo ha terminado, pero la realidad es distinta. La mente de la madre y el niño, de siete años, no están hechas para la vida real y enfrentarse a ella será más complicado que vivir cautivos.

Dulce venganza (2010)

Una escritora busca una cabaña en la montaña para escribir tranquila su segundo libro. En lugar de eso, se encontrará con que es abusada por hasta cinco hombres de la zona que la dejan tirada y la dan por muerta. Si la primera etapa ya es dura, la venganza que ejecuta Jennifer, la protagonista, no le va a la zaga. Una película durísima de principio a fin

 

El ciempiés humano (2009)

La mera premisa ya hace sentir escalofríos. El Doctor Josef Heiter quiere crear un ciempiés humano. Para lograrlo, busca conectar a humanos a través de su boca y su ano. Una de las películas más impactantes y asquerosas del siglo XXI y un título de culto en el cine de terror.

La casa de Jack (2018)

La premisa es sencilla: Matt Dillon da vida a un asesino en serie quien, en su juventud, quiso ser arquitecto. Así es como durante más de una década, asesinó a gente para construir una casa con los cuerpos de sus víctimas. Su objetivo, tal y como le va contando a Virgilio, es llegar al cielo. El Lars Von Trier más extraño deja al espectador con un mal cuerpo tremendo.

Buried (2010)

Ryan Reynolds se pasa los 93 minutos que dura la película enterrado en un ataúd, con un mechero, un bolígrafo y una BlackBerry. Durante ese tiempo hará todo lo posible por conseguir que le rescaten, mientras el reducido espacio parece más pequeño cada minuto que pasa.

Arlington Road (1999)

¿Y si tus vecinos modélicos y amables como pocos son unos terroristas? ¿Y si estás seguro de ello pero nadie más te cree? Tim Robbins y Jeff Bridges tienen un duelo interpretativo de altura en esta cinta en la que nadie es lo que dice ser. O sí. La escena final de la película es majestuosa pero deja al espectador con un enfado considerable.

127 Horas (2010)

Basada en una historia real, cuenta la aventura de Aron Ralston, un aventurero que haciendo barranquismo se quedó atrapado entre dos rocas durante 127 horas. Consciente de que su muerte es la opción más viable, pues está aislado, su única salida pasa por amputar su propio brazo, pero no es sencillo hacerlo. Mientras, el aventurero graba todo, desde sus primeros minutos, a las últimas horas, en las que está sin fuerza, comida, bebida, ni esperanza.

American History X (1998)

La escena del bordillo es de lo más brutal que se ha hecho en cine en el siglo XX. Un Edward Norton sublime se mete en la piel de Derek Vinyard, un joven de ideología nazi que acaba en la cárcel donde, curiosamente, serán quienes más odia, los que le salven de una muerte segura.

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