Si se siente solo, acuda al supermercado
Esta imagen promocional fue difundida por la cadena Jumbo de supermercados para anunciar que instituía en sus establecimientos de Países Bajos la figura de Kletskassa. Una caja lenta donde quien compra puede pararse a conversar con quien le cobra los productos. Existen desde 2019 pero ahora Jumbo dice que quiere llegar a 200 cajas de este tipo en toda su red.
Imagen: Jumbo
La propuesta de Jumbo se encuadra en una campaña del gobierno de Países Bajos titulada Eén tegen eenzaamheid (Unidos contra la soledad). Paradójicamente, en tiempos de ininterrumpido griterío digital (redes sociales, whatsapp, etc) hay muchas personas varadas en un silencio analógico insoportable.
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Para mucha gente mayor, los supermercados son lugares de socialización. Y según aseguró Colette Cloosterman-van Eerd, directora general de Jumbo, en declaraciones recogidas por Daily Star: "Estamos orgullosos de que a muchos de nuestros cajeros les guste sentarse detrás de una Kletskassa. Apoyan la iniciativa y quieren ayudar a la gente a hacer un contacto real con ellos por un interés genuino".
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La soledad es un problema contemporáneo y hay países como Gran Bretaña que le conceden enorme importancia. El gobierno británico liderado por Theresa May decidió en 2018 nombrar una "ministra para la soledad": Tracey Crouch (en la imagen).
Tracey Crouch era subsecretaria de deportes cuando le encargaron que pusiese en marcha una estrategia nacional para frenar los efectos nocivos de la soledad.
En el momento en que se creó ese "ministerio de la soledad" en Reino Unido, los medios recogieron un dato estremecedor: 9 millones de británicos y británicas se sienten solos. Un 13'7% de la población del país.
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Pero no se trata sólo de una cuestión de cultura o renta ("un problema de ricos aburridos") sino que en países tan distantes y distintos como Japón, India o Estados Unidos saltan las alertas.
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Así de contundente y dramático fue el titular de un artículo escrito para The New York Times en 2016 por Dhruv Kullar. Denunciaba un caso concreto (un hombre que murió solo, sin familia ni amigos que le atendieran) pero señalaba una enfermedad social extendida. Y eso fue antes de la pandemia. Los confinamientos agudizaron el problema.
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En aquel artículo de The New York Times de 2016 se daba una cifra: un tercio de los estadounidenses viven solos. Con el paso de los años ese porcentaje sigue más o menos igual.
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Pero la soledad es algo más que vivir solo. Un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido aseguraba que un 10% de las personas entre 16 y 24 años se sentían "siempre o con frecuencia" solas. Y hablamos de personas que, en su inmensa mayoría, viven en familia o acompañadas de algún modo.
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En 2021 se creó en Japón un Ministerio de la Soledad, una institución gubernamental para combatir una lacra que, a veces, acaba trágicamente con la vida de mucha gente. Según recogía The New York Times, también el gobierno de Victoria, en Australia, creó una institución similar.
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Durante la pandemia hubo mucha población que se sintió angustiosamente aislada. La tecnología palió cierta parte de la soledad pero no del todo.
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Según un estudio de la consultora McKinsey & Company realizado en 202o y recogido por Euronews, durante la pandemia se triplicó el número de personas que se sintieron "abrumadoramente solas". La explosión de la soledad en jóvenes tuvo (y tiene) un impacto psicológico importante.
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Pero antes de la pandemia otro dato resultaba revelador: un estudio de la Comisión Europea determinó mediante una encuesta que un 7% de la población de este área padecía una soledad dañina.
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Curiosamente y en contra de lo que el tópico puede hacernos pensar, no son los países nórdicos los más propensos a la soledad. Italia, Francia o Grecia tienen altas tasas de personas que dicen sentirse solas.
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Y no se trata sólo de un problema social sino de salud pública: está demostrado que la soledad provoca problemas médicos y acorta la vida. Hay estudios que comparan el efecto de sentirse solo con el de consumir 15 cigarrillos al día.
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Si la soledad nos resulta un problema insoportable, hay que buscar ayuda: profesional si es necesario, familiar o. tal vez, probar con una visita al supermercado para charlar con alguno de los dependientes.
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