Las fobias más comunes y sus nombres
Dícese del "temor intenso e irracional, de carácter enfermizo, hacia una persona, una cosa o una situación". Así define el diccionario la fobia. La realidad es bien distinta pues, para quienes las sufren, resulta muy complicado explicar el bloqueo que les generan sus fobias.
Miedo a determinados animales, espacios abiertos, a la soledad, a la oscuridad... Las fobias son más habituales de lo que mucha gente imagina. La pregunta es, ¿conoces el nombre científico de las fobias más comunes?
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El miedo a volar es tan habitual que las aerolíneas tienen planes específicos para los pasajeros que presentan determinados síntomas en un vuelo. Curiosamente, en ocasiones, el miedo a volar es, en realidad, miedo a las alturas o a espacios cerrados.
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El miedo a los perros no entiende de tamaños ni razas y suele ser pánico genéricos a los canes. Por lo general, se asocia a alguna experiencia traumática, especialmente en la infancia.
El miedo a los espacios cerrados es de las fobias más comunes. Desde un ascensor, a una habitación, pasando por un coche, el interior de un vagón de Metro o cualquier entorno que sea susceptible de dejar encerrado a alguien.
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El miedo a los truenos, relámpagos, tormentas y tempestades también incluye el temor a ser alcanzado por un rayo. Suele ser un miedo infantil pero, en ocasiones, se mantiene hasta la edad adulta. Esconderse en algún punto de casa suele ser una reacción habitual en quienes la padecen.
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El miedo a la sangre o a las heridas es muy común y también muy escandaloso, pues suele provocar mareos, desmayos y sudoración. Suele ir vinculado al temor a las agujas, lo que complica sobremanera extracciones o pinchazos en general.
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El miedo a la oscuridad es uno de los temores infantiles más extendidos. La imaginación suele jugar malas pasadas y elementos como monstruos o fantasmas pueden aparecer de forma habitual durante la infancia.
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El miedo a las alturas se asocia a pisos elevados, balcones, azoteas, aviones y demás zonas elevadas. No obstante, hay quienes no pueden acercarse a una ventana o subir en un ascensor con vistas, lo cual puede llegar a generar severos problemas sociales.
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El miedo a las arañas, en algunas ocasiones, está justificado, pues hay arañas que por tamaño y aspecto, asustan a cualquiera. Ahora, quienes sufren aracnofobia, huyen de arañas incluso pequeñas o llegan a evitar lugares y zonas donde las vieron mucho tiempo atrás.
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El miedo a las serpientes, como pasa con las arañas, está justificado en la mayoría de ocasiones. Ahora, quienes sufren esta fobia, pueden llegar a bloquearse y quedar a merced de la serpiente a la que tanto temen.
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El miedo a los animales, en general. A cualquier tipo de animal. Desde un gato a un pequeño ratón, pasando por una vaca o un caballo. Incluso a las gallinas.
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El miedo a los espacios abiertos implica que las personas afectadas sientan inseguridad o la sensación de no poder recibir ayuda en caso de tener un percance. Es una de las fobias de peores consecuencias, pues hay quien termina por no salir de casa.
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El miedo al dentista tiene muchos motivos lógicos, que van del dolor al precio de las intervenciones. Ahora, este pánico es irracional, hasta el punto de que mucha gente opta por mantener su problema dental sin solucionar, antes que acudir al especialista.
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El miedo a lo relacionado con la muerte no implica, necesariamente, la propia muerte sino elementos vinculados a ella. Por ejemplo, acudir a tanatorios, hospitales, ataúdes o pensar en personas o animales sin vida. Incluso ver una noticia en televisión puede llegar a bloquear a alguien.
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El miedo a conducir se vincula, sobre todo, a coches. Suele derivar de una situación traumática, como un accidente, aunque en ocasiones no hace falta que pase algo para que surja de la nada. Hay quien no vuelve a conducir jamás por esta fobia.
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El miedo a las multitudes puede generar ansiedad y ataques de pánico en quienes la sufren, haciendo que evite situaciones sociales concurridas y limitando su vida social al mínimo. Incluso pensar en aglomeraciones, como en un concierto, puede disparar la enoclofobia.
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El miedo a los payasos es algo habitual en niños y niñas, aunque puede tener continuidad en la adolescencia y etapa adulta. El excesivo maquillaje, la nariz roja y el hecho de ocultar la verdadera identidad, es lo que más miedo da a quienes sufren esta fobia.
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El miedo a atragantarse también suele aparecer tras una situación de atragantamiento real y afectar, de forma notable, al día a día. Hay quienes han dejado de comer sólidos y han basado su alimentación en líquidos y purés, incluso quienes no se toman pastillas vía oral por miedo a atragantarse, poniendo en riesgo su propia salud.
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