Hambre en los países pobres, escasez en los países ricos: la crisis alimentaria que viene

Todas las condiciones se dan: una guerra en la zona del mundo que más trigo produce, problemas en la cadena de suministros derivados aún de la pandemia del Covid, cambio climático que ha provocado malas cosechas. Los expertos avisan: es altamente probable que el mundo viva una crisis alimentaria grave de modo inminente.

La guerra actualmente en marcha afecta a dos de los países más importantes en lo que a producción de trigo se refiere (Rusia es el cuarto mayor productor del mundo y Ucrania el séptimo -si hacemos el ranking contando a la Unión Europea como un productor único-) así que, por imposibilidad de sacar el cereal o por sanciones o porque Rusia decida aumentar sus reservas, va faltar trigo procedente de este área.

Súmese a ello que India, el tercer mayor productor mundial de trigo, ha tenido cosechas desastrosas por las altísimas temperaturas sufridas este 2022 (más de 45º durante días y días)

Además, según recogieron medios como The New York Times, India decidió no exportar y quedarse con el trigo para consumo propio con el objetivo de frenar la subida de precios de los alimentos y que sus ciudadanos no sufran una crisis alimentaria que ya se nota en una inflación desbocada en muchos productos y en muchos puntos del planeta (Europa y Estados Unidos sufren duramente este encarecimiento).

Pero no sólo es el trigo. Según se explicaba este mayo de 2022 en un artículo de National Geographic, va a haber escasez de fertilizantes. Este elemento fundamental en la agricultura proviene, en un inmenso porcentaje, de Rusia (20% de los fertilizantes a base de nitrógeno) y Bielorrusia (que con Rusia produce un  40%  de los fertilizantes de potasio a nivel mundial). Rusia y Bielorrusia son países sancionados desde el entorno OTAN - UE a causa de la guerra.

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"No estoy seguro de que sea posible evitar una crisis alimentaria" aseguró el presidente de la Organización Mundial de Agricultores, el sudafricano Theo de Jager. Y añadió: "La cuestión es cuán amplia y profunda será".

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Uno de los dogmas de la globalización económica era deslocalizar: producir donde más barato fuese. En el caso de los fertilizantes, por ejemplo, eso ha derivado en un cuasimonopolio de la producción por parte de Rusia y Bielorrusia. Y ahora los granjeros estadounidenses no tienen con qué fertilizar sus campos.

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La ONU hizo este mes de mayo un pronóstico terrorífico: "44 millones de personas en 38 países se encuentran a un paso de la hambruna y más de medio millón en Etiopía, Sudán del Sur, Yemen y Madagascar sufren ya esa falta extrema de alimentos",

Desde Naciones Unidas, David Beasley (director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU) fue muy claro en una entrevista a CNN: "Millones de personas morirán de hambre, los países se desestabilizarán y las familias migrarán por necesidad".

No es que actualmente el problema del hambre y las necesidades alimentarias sean cuestiones desconocidas en los países pobres. Pero, tal y como preguntaba David Beasley en su entrevista para CNN: "¿Qué pasará cuando la comida esté fuera del alcance de unos cuantos millones más?"

Ante la escasez puede haber gobiernos que, en la línea marcada por la India, decidan prohibir la exportación de su producción (de trigo o de otros productos contagiados de la subida de precios. El Banco Mundial pide que no se haga esto. Y reclama concretamente a naciones como Argentina, Brasil o Australia (grandes exportadores agrícolas) que dejen fluir el comercio de todo tipo de productos.

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La crisis alimentaria se traducirá en un incremento brutal de precios en los países ricos pero también puede haber escasez, falta de ciertos productos. The New York Times titulada el  5 de mayo de 2022: "La guerra en Ucrania sigue y el aceite de girasol se esfuma' ("Sunflower Oil 'Vanishes' as Ukraine War Grinds On").

¿Llegará el mundo desarrollado a ver estantes vacíos? Sucedió por los problemas de suministros provocados por la pandemia, cuando el principio del BREXIT causó serios problemas a Gran Bretaña y, quién sabe, quizás vuelva a pasar.

Lo que está claro es que en un mundo tan absolutamente interconectado como el que habitamos, no pueden eludirse las consecuencias de catástrofes como son el cambio climático o la guerra.

Todo lo anterior en cuanto al problema de los alimentos se aplica también a la energía: si Rusia ya no exporta su gas, si Putin cierra el grifo del suministro, muchos países van a sufrir, los precios subirán, todo se encarecerá y, al final, eso afectará lo más básico, que es la comida.

La solución es regresar a un mundo en paz, recuperar la estabilidad y un comercio entre naciones sin cortapisas. Aunque también, en este periodo que algunos ya denominan de "desglobalización" hay quien pide que se vuelva a fórmulas de soberanía económica, que cada país pueda, en la medida de lo posible, abastecerse. Pero ese es otro debate.

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