China saca pecho ante Occidente en avances científicos y tecnológicos
El liderazgo chino, incluyendo al presidente Xi Jinping, considera que la ciencia y la tecnología es clave para superar la influencia global de Estados Unidos. El país ha empezado ya a conseguir avances que superan a sus colegas occidentales en muchos sectores estratégicos.
China ya ha superado a EE. UU. como líder mundial tanto en la producción de investigaciones científicas como en estudios de "alto impacto", según un informe de 2022 publicado por el ministerio de Ciencia y Tecnología de Japón. El estudio reveló que la investigación china representaba el 27,2% del 1% de los artículos más citados del mundo, y el 23,4% de la producción en investigación de todo el mundo.
Por poner un ejemplo asombroso del progreso chino, en 2019, China se convirtió en el primer y único país en alunizar en el lado más alejado de la Luna. Además, en 2024, consiguió recoger material de la superficie lunar del lado oculto de la luna, colocar una bandera china allí, y traer el material de vuelta a la Tierra para estudiarlo.
Desde mediados de los años 2000, China ha graduado a más doctores en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (disciplinas conocidas en su conjunto por el acrónimo en inglés STEM) que Estados Unidos; un indicador clave de la competitividad futura del país en estas disciplinas, según un informe del Centro de Seguridad y Tecnología Emergente. La investigación demuestra que la calidad de la educación del país también ha mejorado significativamente.
Instituciones como las universidades Tsinghua y Zheijiang rivalizan con las superpotencias estadounidenses como el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en la producción de investigación avanzada, según indicaba The Economist.
Apodado por el gobierno como el "nuevo trío" de China (paneles solares, baterías de litio y vehículos eléctricos), estos elementos son las estrellas del comercio exterior del país del sol naciente. De hecho, la nación tiene tal dominio en estos tres sectores estratégicos que muchos países están intentando poner tarifas a estos productos, a pesar de su utilidad económica y de su impacto positivo para el cambio climático.
Los laboratorios chinos cuentan con equipamiento sofisticado como superordenadores, detectores de energía ultraalta, y microscopios de electrones criogénicos, según enumera The Economist. Aunque no sean tan potentes como los de sus homólogos en Occidente, estas instalaciones sirven de apoyo a innovadoras investigaciones en física, química y ciencias materiales.
Aunque todos estos avances son claves para los descubrimientos científicos, también resultan igual de útiles en el ámbito militar. Tal y como señaló el Centro de Análisis de las Políticas Europeas (CEPA) en 2024, los nuevos misiles de Pekín, los transportadores de aviones y los vehículos deslizantes hipersónicos amenazan los bienes militares estadounidenses en las aguas litorales chinas y de más allá. De igual modo, algunos afirman que China está superando a EE. UU. en el desarrollo de los sistemas militares con AI que podrían ser claves en el campo de batalla moderno.
Otro elemento que preocupa sobre la rivalidad que supone china en estas cuestiones es el uso de la tecnología para manipular la opinión pública estadounidense mediante Inteligencia, el ‘deep fake’ y operaciones similares en redes sociales, según señala el CEPA. Por supuesto, este es el núcleo central del pánico actual sobre la plataforma controlada por China y utilizada por millones en todo el mundo, TikTok.
Otro de los problemas que plantea que un régimen autoritario como el chino goce de una tecnología tan avanzada como la suya es cómo la puede utilizar con su propia población. No solo tiene impuesta una vigilancia en masa a través de cámaras por todo el país, sino que la tecnología de I A puede procesar esa enorme cantidad de datos para encontrar a aquellos que vayan en contra de la ley o de las normas.
En 2018, el científico chino, He Jiankui, creó el primer bebé del mundo modificado genéticamente, provocando un gran asombro a lo largo de toda la comunidad científica. Las autoridades chinas tomaron medidas y sentenciaron al científico a tres años de prisión. Pero en la actualidad, He Jiankui ya ha vuelto a su laboratorio y, según contó a un periódico japonés, ha retomado sus investigaciones sobre la modificación genética de un embrión humano… esta vez, asegura, si está en el marco de la legalidad.
Tal y como señala The Economist, China aún tiene algunos puntos débiles, como por ejemplo el acceso limitado a los chips semiconductores más avanzados, que son clave para la inteligencia artificial, además de experimentar mano dura e ineficiente en cuanto al gasto en ciencia.
En junio de 2024, el presidente chino, Xi Jinping, pidió a su nación que diera un paso más en innovación durante una conferencia nacional de ciencia. Xi afirmaba que, aunque China había "conseguido grandes progresos" en ciencia, "nuestra habilidad en innovaciones originales sigue siendo relativamente débil; algunas tecnologías claves, esenciales, siguen controladas por otros; y hay una escasez de talentos top en ciencia y tecnología".
Mientras China sigue avanzando, The Economist afirma que Estados Unidos se está autosaboteando por culpa de su rivalidad con Pekín. Por ejemplo, se está cerrando a los investigadores chinos y a las investigaciones que no están haciendo aumentar su tasa de éxito. "Los científicos estadounidenses y soviéticos trabajaron juntos incluso en los peores momentos de la Guerra Fría", señalaba el medio.
The Economist también argumenta que EE. UU. está sobreestimando su habilidad para restringir el avance científico de China mediante sanciones, tarifas y bloqueos. El medio asegura que, si el país realmente quiere ir por delante de su rival, debería acelerar su propia investigación y volcarse en los elementos que han conseguido que el sistema estadounidense sea el dominante en las últimas décadas.
Sin embargo, el gobierno estadounidense no está del todo de acuerdo con lo anteriormente mencionado. A finales de junio, el Departamento del Tesoro anunció que está proponiendo nuevas reglas para restringir la inversión exterior en tecnologías claves para "la siguiente generación militar, de inteligencia, de las capacidades de vigilancia o cibernéticas que ponen en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos".
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