Cada año, durante las fiestas, es tradicional decorar nuestro salón poniendo un árbol de Navidad. Pero en la era de la conciencia ecológica surge una pregunta: ¿es mejor comprar un árbol artificial o uno natural?
Por un lado, el árbol artificial tiene la ventaja de poder reutilizarse cada año. Por otro, el abeto natural es biodegradable y almacena CO₂. ¿Pero cuál es el menos contaminante de los dos?
Imagen: Sandra Seitamaa / Unsplash
En 2009, un estudio de Quebec comparó el ciclo de vida de un árbol de Navidad artificial, fabricado en China y conservado durante seis años, y un árbol de Navidad natural, que había recorrido 150 kilómetros durante su transporte.
El resultado se decantaba mucho más favorablemente para el árbol natural, cuya huella de carbono alcanzó los 3,1 kg de CO₂ emitidos al año, frente a los 8,1 kg del árbol artificial.
El árbol natural tiene un impacto negativo en el cambio climático debido a su transporte desde el lugar de compra hasta el lugar de residencia. Sin embargo, por otro lado, también produce efectos positivos sobre el medio ambiente, ya que tiene capacidad de almacenar CO₂ durante su crecimiento.
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Además, al contrario de lo que podría pensarse, los árboles de Navidad no contribuyen a la deforestación. De hecho, se cultivan para la ocasión en parcelas concretas, tal y como indica la Agencia de Transición Ecológica (ADEME).
El árbol artificial contamina tanto durante su transporte como, sobre todo, durante su fase de producción. De hecho, se fabrica a partir de derivados del petróleo y metales, muy contaminantes, y genera muchos residuos.
Sin embargo, el árbol artificial puede convertirse en una alternativa ecológica si se conserva al menos 20 años, tal y como especifica el estudio: "Los consumidores que prefieran esta opción pueden hacerlo de forma más eficiente que si consiguen un árbol natural, al ampliar su duración de uso a 20 años o más".
Por tanto, el árbol natural es más ecológico que el árbol artificial a corto y medio plazo. Esta es cada vez una opción más elegida en los últimos años, por ejemplo, es también la opción preferida por los hogares franceses: un estudio de 2022 revela que de los 6,4 millones de árboles de Navidad vendidos en Francia durante las últimas fiestas de fin de año, el 89% eran árboles naturales.
Imagen: Frames For Your Heart / Unsplash
Lo mejor es comprar un abeto de los bosques regionales. Los residentes de Quebec, por ejemplo, pueden contar con cuatro especies diferentes de coníferas cultivadas en su región: abeto balsámico, Fraser, Canaan y Cook.
Spruce y Nordmann son las dos especies que se venden principalmente en Francia, por ejemplo. El primero es un aromático abeto que perfuma toda la casa, pero es muy frágil y pierde constantemente sus agujas. Se cultiva en varias regiones francesas (Morvan, Bretaña y Ródano-Alpes), pero también en Bélgica, Suiza, los Cárpatos y los países bálticos.
El abeto Nordmann procede generalmente de bosques caucásicos, daneses y finlandeses. A diferencia de otros abetos, el Nordmann no desprende mucha fragancia y es robusto; resiste el calor en el interior y no pierde sus agujas. Por eso representa entre el 70 y el 75 % de las ventas en Francia.
Para minimizar tu impacto ecológico durante las fiestas, puedes optar por un árbol de Navidad natural y asegurarte bien de leer sus etiquetas, por ejemplo, las etiquetas Blue Plant, MPS o AB (Agricultura Orgánica) certifican condiciones de explotación razonables.
En los próximos años, los árboles de Navidad procedentes de la agricultura sostenible deberían ser más numerosos en todos los mercados. Siguiendo con el ejemplo del mercado francés, Frédéric Naudet, presidente de la Asociación Francesa del Árbol de Navidad Natural (AFSNN) ha explicado que "cada vez más los distribuidores piden a sus proveedores que les proporcionen árboles cultivados de forma sostenible".
Según la Agencia de Transición Ecológica (ADEME), el 16 % de los árboles de Navidad se tiran después de las fiestas, el 31 % se recicla en leña para chimeneas o compost y el 44% se deja en un punto de recogida.
Pero una de las soluciones más ecológicas es replantar tu árbol en tu jardín o en una maceta. Si es necesario, puedes recurrir a una empresa que te ofrezca trasplantar tu árbol después de las vacaciones… ¡Para poder disfrutarlo nuevamente al año siguiente!
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