La enfermedad que le costó la vida a Billy Guyton hace saltar las alarmas en el mundo del rugby

El rugby es un deporte de contacto y, como tal, peligroso para los profesionales que lo practican. Entre las lesiones más habituales que sufren están abrasiones y cortes, contusiones, esguinces y distensiones, fracturas y luxaciones, pero hay otra que cada vez preocupa más: las conmociones cerebrales.

Los golpes en la cabeza son una constante entre los rugbiers. Algunas de un carácter más leve y otras más grave, en su conjunto pueden llegar a tener graves consecuencias para sus protagonistas, hasta el punto de poder costarles la vida.

La repentina muerte del ex jugador neozelandés Billy Guyton el 15 de mayo de 2023 a los 33 años puso en alerta al mundo del rugby y la publicación de los resultados de un concienzudo estudio sobre sus causas en marzo de 2024 hizo saltar todas las alarmas.

Tras su fallecimiento, según publicó The Guardian, la familia de Guyton donó su cerebro a la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) para un estudio que confirmó que sufría encefalopatía traumática crónica (ETC), convirtiéndose así en el primer jugador profesional de rugby en perder la vida a causa de esta enfermedad degenerativa.

La ETC es "una enfermedad cerebral degenerativa que se sabe que causa estados de ánimo violentos, depresión, demencia y otras dificultades cognitivas" y que, según los investigadores, "la gravedad de los síntomas aumenta en aquellos que han sufrido conmociones cerebrales en una edad más temprana", apuntaron desde Sky Sports.

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El preocupante diagnóstico fue confirmado por el profesor asociado Michael Buckland, fundador y director del Australian Sports Brain Bank, como ETC en etapa 2, que se encuentra entre leve (etapa 1) y grave (etapa 4) en los estratos de esta enfermedad degenerativa.

A ello, su director adjunto, Maurice Curtis, añadió en declaraciones al New Zealand Herald, que esa etapa 2 en la que se encontraba Guyton "se caracteriza por anomalías cerebrales definidas a grandes rasgos por acumulaciones de proteína tau en las hendiduras del cerebro, los surcos, sobre todo en la parte frontal del cerebro".

"El diagnóstico de una persona joven con ETC es significativo, ya que indica que el cerebro se ha visto afectado por golpes en la cabeza a una edad muy temprana", destacó también Curtis en declaraciones al medio neozelandés, algo que en el caso de Guyton tenía una explicación más que evidente: los reiterados golpes que sufrió durante años durante sus partidos.

A lo largo de su carrera, en la que pasó por Hurricanes, Crusaders y Blues, además de vestir la camiseta de los Maori All Blacks, el medio scrum nacido en Timaru en 1990 sufrió numerosas conmociones cerebrales que le llevaron, en 2018, a retirarse con solo 28 años por culpa de los síntomas relacionados con sus conmociones que sufría con asiduidad.

"Tenía dolores de cabeza durante todo el día y mi nivel de fatiga había crecido", destacó el propio Guyton en el portal neozelandés Nelson Weekly tras su decisión de retirarse después de un entrenamiento con su equipo.

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"Ver la televisión me provocaba dolores de cabeza, lo mismo que hacer demasiadas tareas y ruidos fuertes. Algunos días necesitaba tapones o sentía náuseas y tenía visión borrosa o doble", dijo el jugador a la vez que confesó, según el diario argentino Clarín, que empezó a darse cuenta de su situación cuando notó que cada vez le costaba más jugar con su hija de dos años.

Su propia familia confirmó los problemas que arrastró durante los siguientes años después de su adiós al rugby. "El pobre se pasaba horas en un armario pequeño y oscuro porque no soportaba estar a la luz. Algunas mañanas se quedaba llorando en la ducha, tratando de reunir la energía necesaria para moverse", relató su padre al NZ Herald.

The Guardian publicó además que, una vez con el informe en la mano, "se envió a un patólogo australiano para obtener una segunda opinión", de la que se extrajo que habría aparecido una fisura en medio de su cerebro que, a pesar de no ser un signo relacionado con la ETC, se trataría de "una lesión traumática poco frecuente en un cerebro joven como el de Guyton".

El jugador neozelandés es el primero en perder la vida debido a esta enfermedad, pero no el único afectado por ella entre los profesionales del rugby, entre los que existen otros casos sospechosos de padecerlo -ya que solo se puede confirmar post morten- como los del hooker británico Steve Thompson (en la imagen), el galés Alix Popham o el también neozelandés Carl Hayman.

Con todo ello, el debate ahora está sobre la mesa y, como confirmó The Guardian, ya hay un nutrido grupo posibles afectados que se ha unido "para tomar medidas contra los órganos rectores de World Rugby, Rugby Football Union y Welsh Rugby Union, alegando que no fueron atendidos adecuadamente ni informados" durante sus años como jugadores profesionales.

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"Todos los que se preocupan por los deportes de contacto tienen que aceptar que en las próximas décadas seremos testigos de la muerte prematura de muchos más jugadores a causa de su proceso neurodegenerativo", afirmó uno de los representantes de estos jugadores.

Por su parte, la New Zealand Rugby Union, en un comunicado tras la muerte de Billy Guyton, se mostró "preocupada por la posibilidad de que los impactos repetidos en la cabeza puedan contribuir a enfermedades neurodegenerativas en el futuro".

Mientras, el resto de organismos en torno al mundo del rugby, han anunciado, según publicó Clarín, cambios que eviten riesgos de lesiones cerebrales, como, entre otras cosas, "protectores bucales inteligentes, una altura de tackle más baja, pautas de contacto, cambios en las leyes o educación obligatoria para los entrenadores".

Mientras, en medio del ruido generado, resuenan las palabras del padre de Guyton al NZ Herald: "Estos chicos no están deprimidos, están enfermos. Hay cientos de ellos. Leí que Carl Hayman lo describió como una epidemia, y tiene razón. Creo que la muerte de Billy fue su ‘f*** you’ final a todos los que ignoraron lo obvio cuando él intentó e intentó e intentó conseguir ayuda".

El caso de Billy Guyton supone un antes y un después dentro del mundo del rugby, que deberá analizar de forma profunda como evitar que sus jugadores puedan sufrir las terribles consecuencias por las que el jugador neozelandés terminó perdiendo su vida.

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