La historia del fútbol femenino: así empezó todo
El fútbol femenino, que hoy vive una edad dorada, tiene sus raíces en los diversos juegos de pelota que mujeres y hombres han practicado a lo largo de la historia. En el 2.500 antes de Cristo se jugaba en China al Tsu Chu, un juego de pelota en el que las mujeres participaban activamente. Cuando en Inglaterra y Escocia surge el fútbol, en contra de las normas heteropatriarcales, hay mujeres que se lanzan a practicar este deporte.
Durante el reinado en Gran Bretaña de la reina Victoria (entre 1851 y 1873) la lucha de las mujeres por jugar al fútbol resulta complicada: tradicionalmente se prohibió a las mujeres jugar al fútbol "por la naturaleza violenta de esta actividad". En 1863 se fijan unas normas para el fútbol que rebajan la violencia sobre el terreno de juego y, socialmente, hacen que comience a verse aceptable que jueguen las mujeres.
El siglo XIX ve nacer el primer movimiento feminista. Las sufragistas luchaban en toda Europa por el voto de la mujer y mucho más: por su liberación. Esta lucha logró que el machismo cultural se rebajase y el que una mujer practicase deporte fuese algo cada vez más aceptado.
Aseguran los escoceses que el primer partido oficial de fútbol femenino se jugó en Glasgow en 1892. Bien puede ser, pero no hay prueba de ese hecho y sí la hay de un partido de fútbol femenino celebrado en Londres en 1895.
(En la imagen, J. Harris, una de las mejores jugadoras de fútbol de la historia).
Se jugó el primer partido de fútbol femenino en Londres un 23 de marzo de 1895 y fue convocado por la British Ladies Football Club que fundó Nettie Honeyboll, activista por los derechos de la mujer. Nettie Honeyboll estuvo sobre el terreno de juego, donde se enfrentaron los equipos North y South, ganando el primero por 7 goles a 1. La victoria fue para el equipo capitaneado por Nettie Honeyboll.
La Primera Guerra Mundial fue una tragedia sangrienta en el frente y, a la vez, acarreó cambios sociales inmensos en la retaguardia. Los hombres partieron a combatir, y las mujeres se liberaron de su papel exclusivo de amas de casa y fueron a las fábricas a trabajar ante la necesidad de mano de obra.
La guerra precisaba una industria funcionando a pleno rendimiento y en las fábricas británicas las mujeres organizaron equipos de fútbol como los que, hasta ese momento, habían tenido los obreros. Durante la Primera Guerra Mundial, con una población necesitada de diversiones con las que olvidar el horror de la guerra, el fútbol femenino adquirió potencia y se convirtió en un fenómeno social.
Finalizada la guerra mundial, aunque las costumbres habían cambiado y el fútbol femenino había tomado impulso, la Asociación Inglesa de Fútbol se negó a admitir a las mujeres en los campos. Se creó la English Ladies Football Association y las mujeres tuvieron que jugar en campos de rugby y otras canchas debido al boicot por parte de la federación oficial de fútbol.
Se suele hablar del Mundial de 1966 en Inglaterra como el momento en que el fútbol se volvió un fenómeno verdaderamente masivo y planetario. Y el momento en que el fútbol femenino dio un salto cualitativo, tras años de pelea en la sombra y con una actividad creciente.
En 1969, con el mundo cambiando a toda prisa y la liberación de la mujer en marcha, la Asociación Inglesa de Fútbol aceptó a los equipos femeninos.
En 1971 la UEFA admite el fútbol femenino y comienzan a ponerse en marcha ligas femeninas en numerosos países, siendo lugares pioneros Japón y Estados Unidos. El primer partido internacional de fútbol femenino tuvo lugar ese mismo año enfrentándose Dinamarca a Italia. Ganó Dinamarca. El primer campeonato femenino de la UEFA se jugó en 1982 y ganó la selección sueca.
En 1992 se celebró la primera Copa Mundial de Fútbol Femenino y a partir de ahí comenzó su ascenso a gran fenómeno global equiparable a los partidos protagonizados por hombres. La igualdad ha ido ganando lugar en el deporte más popular del planeta. Desde 1996 hay fútbol femenino en las Olimpiadas.
Pero el machismo sigue presente en la parte institucional del deporte y como muestra puede valer cuando Joseph Blatter, presidente de la FIFA hasta 2015, dijo que las futbolistas debían ir con pantalones cortos ceñidos y camisetas sin mangas para atraer más público. El sexismo resultó tan evidente que pronto las críticas arreciaron.
Pero, contra todo machismo, el fútbol femenino ha impuesto su fuerza y su vitalidad y la afición ha respondido a la llamada de las mujeres que quieren practicar un deporte cuya visibilidad, hasta hace muy poco, estaba reservada para los hombres.
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