Era el delantero centro perfecto pero todo se torció: el drama de Marco Van Basten
Potencia, velocidad y capacidad de remate definen a Marco Van Basten, considerado el epítome del delantero centro ideal. Durante la década de 1980, este excepcional jugador desplegó su talento por toda Europa hasta que problemas físicos lo forzaron a un retiro anticipado.
Sus 12 años como profesional los repartió a partes iguales entre el Ajax de Ámsterdam y aquel histórico Milán de Arrigo Sacchi con el que lo ganó todo, incluyendo dos Copas de Europa. Años en los que anotó 282 goles y consiguió tres Balones de Oro (1988, 1989 y 1992).
Y no solo eso, sino que, además, vivió uno de los mejores momentos de la historia de la selección neerlandesa de fútbol, cuando levantó la Eurocopa de 1988 frente a la Unión Soviética (0-2) junto a otros históricos jugadores como Gullit, Rijkaard o Koeman. Con la 'Orange', Van Basten jugó 58 partidos en los que marcó 24 goles y dio 13 asistencias.
Una carrera envidiable que terminó antes de los esperado, cuando 'El cisne de Utrecht' -como algunos le apodaban- tenía tan sólo 28 años, a causa de una persistente lesión en su tobillo derecho que llevaba arrastrando desde prácticamente sus inicios en el mundo del fútbol y que le obligó a pasar por el quirófano en varias ocasiones.
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Los detalles sobre su calvario de lesiones los contó Van Basten en 'Basta. My life. My truth' ('Frágil', en la edición en español), que se publicó en 2020 y donde hace un repaso por toda su carrea enfocándose en cómo sus problemas físicos lo fueron lastrando hasta la retirada, mostrando la parte más ingrata de este deporte.
Los problemas de Van Basten comenzaron el 7 de diciembre de 1986 en un duelo entre el Ajax y el FC Groningen en el estadio Oosterpark. En un lance del partido, el ariete neerlandés hizo una fuerte entrada al centrocampista Edwin Olde Riekerink después de que este le robara la pelota, con tan mala suerte que fue él quien se hizo daño en su tobillo.
"Perdí una pelota en mediocampo y entonces hice esa entrada en nuestra propia mitad, junto a la línea de banda. (…) Le entré con fuerza. Estaba irritado. Enseguida noté dolor en el tobillo derecho. Normalmente uno piensa 'uf' y luego sigue, pero el dolor no se iba. Tuve que abandonar el campo al cabo de media hora", explicaba Van Basten.
Tras ser revisado por los servicios médicos del club, se descartó una lesión de gravedad y fue su tobillo izquierdo, sin embargo, el que le llevaría ese mismo año 1986 a operarse después de varios meses arrastrando molestias.
Sus problemas físicos le llevaron también a una relación complicada con su entonces entrenador en el Ajax, Johan Cruyff, con quien, tras una discusión del técnico con el médico, llegó a un acuerdo para saltarse algunos partidos y entrenamientos a cambio de que lo jugara todo en Europa.
La temporada 1986-1987 sería la última de Van Basten como jugador del Ajax y, antes de terminar por todo lo alto con el título de la Recopa de Europa gracias a un gol suyo (1-0) en la final contra el Lokomotive Leipzig, ya fue fichado por el Milán, que apostó por él a pesar de sus problemas en el tobillo, que habían ido a más.
De hecho, gran parte de su primer año como rossoneri lo vivió fuera de los terrenos de juego, terminando la temporada 1987-1988 con 19 partidos disputados entre todas las competiciones. Fue por ello que el equipo italiano decidió poner su caso en manos del doctor suizo René Martín, el mayor experto de toda Europa en lesiones de tobillo en aquellos años.
"No tiene buena pinta, seguramente llevas un año jugando con los ligamentos del tobillo rotos. Lo que encontrado es una carnicería, el daño es irreparable", le dijo entonces Martín, según narraba en su autobiografía el futbolista, que, por entonces, apenas tenía 23 años.
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Su fatal diagnóstico no falló y durante el resto de su carrera, Marco Van Basten se vio obligado a convivir con sus dolores de tobillo sobre los terrenos de juego. Un hándicap que agiganta aún más su leyenda como goleador, especialmente en esa etapa milanista en la que alcanzó una cifra de 128 goles en 205 partidos.
"Fue muy difícil porque pasé del nivel más alto en el fútbol al nivel más bajo de infelicidad personal. Una caída muy grande y una época realmente oscura. Todo se vino abajo. Hubo mucho dolor y problemas. Se podría decir que en esos cinco años tuve toda mi carrera internacional", explicó en una entrevista para el periódico 'The Guardian'.
Otro momento que lo cambió todo en su carrera se produjo el 21 de diciembre de 1992. Fue el día en el que Van Basten decidió operarse de su tobillo por tercera vez y el momento a partir del cual nunca más volvería a pisar un terreno de juego como futbolista profesional.
"Lo pasé muy mal, vivía con mucho dolor. Los médicos no me ayudaron con los tratamientos y mi tobillo cada vez fue a peor. Pasé mucho tiempo en el sofá, sin poder ni andar, sin ganas de que la gente me viera en ese estado. Me deprimí, fue una época muy oscura", explica el ex futbolista en su autobiografía.
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Aquellos problemas físicos, como él mismo relata, terminaron por afectarle también psicológicamente: "El dolor era físico, pero evidentemente me afectó mucho mentalmente. Me quedaban muchos años de futbolista, de demostrar todo lo que hubiese podido ser", recuerda.
Fueron momentos duros en los que vivió situaciones dramáticas, como narraba en el prólogo de su libro rememorando con tristeza que, en muchas ocasiones, se vio obligado incluso a acudir al baño para hacer sus necesidades arrastrándose por el sueño para evitar apoyar su pie, lo que le causaba insoportables dolores.
En aquel momento tuvo que tomar una decisión drástica: el fútbol o su salud. Esa fue la razón por la que decidió operarse para que le soldaran con clavos la parte superior de su articulación eliminando por fin el dolor, pero rompiendo todas las posibles esperanzas que pudiera tener de volver a jugar al fútbol.
"Intenté solucionar el problema del tobillo de muchas maneras para intentar seguir con mi carrera futbolística, pero no pudo ser", lamentaba Van Basten, quien fue homenajeado por todo lo alto por el Milán el 18 de agosto de 1995 en un partido tras el que dio una vuelta al estadio de San Siro entre ovaciones de sus aficionados.
"Mi vida era jugar al fútbol. Y de pronto, después de una operación que parecía sencilla, tuve que retirarme. No solo fue muy difícil aceptar que no volvería a jugar más. Fue duro continuar con mi vida", aseguraba el mítico delantero neerlandés.
Con el tiempo, Van Basten se ha mostrado convencido que gran parte de la evolución de su lesión fue a causa de las negligencias de los médicos que le trataron. "Mi problema fueron los malos médicos, que en lugar de comprender la situación y mejorarla, la empeoraron. Mi peor enemigo nunca fueron las patadas de los defensas rivales", explicaba.
El futuro nunca lo apartó del mundo del fútbol. En 2003 se sacó el título de entrenador y pasó por los banquillos de la selección holandesa y varios clubes de su país: Ajax, Heerenveen y AZ Alkmaar, aunque terminaría dejándolo en 2015 para dedicarse a otros menesteres de la mano de la FIFA y como analista en televisión.
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