David Niven, una vida de éxito y drama
Elegante, irreverente, seductor… David Niven fue y será siempre uno de los grandes ‘gentleman’ ingleses que dejaron su sello en Hollywood, donde triunfó haciendo películas a lo largo de más de 50 años de su vida. Una vida de luces y sombras, en la que el éxito también se entremezcló con el drama en muchas ocasiones.
David Niven nació el 1 de marzo de 1910 en Londres en el seno de una familia formada por un militar y una aristócrata. Y fue por tradición familiar por lo que el entonces futuro actor ingresaría en el Ejército británico, antes de irse a Canadá a dar sus primeros pasos en busca de alcanzar sus sueños.
No sería, sin embargo, el final de su relación con el mundo castrense, ya que, durante la Segunda Guerra Mundial, ya consagrado como estrella de Hollywood, regresaría al Reino Unido para unirse a las filas de su Ejército y luchar contra la Alemania nazi alcanzando el grado de teniente coronel y regresando a Hollywood con honores.
Pero aquello solo fue un paréntesis dentro de su carrera artística, que arrancó en los años 30 del siglo pasado de la mano del productor Samuel Goldwyn, de la Metro-Goldwyn-Mayer, quien lo metió en el mundo del cine después de su periplo como periodista en Canadá.
A lo largo de su vida como actor, David Niven trabajó en nada menos que 92 películas y, sobre todo, en dos géneros en los que supo desenvolverse como nadie: el drama y, por supuesto, la comedia, donde mostró siempre toda su clase y ese humor británico que tanto le caracterizaba.
Niven debutó en la comedia musical ‘There Goes the Bride’ (1935) y, en los años 30, iría creciendo y asentándose rápidamente gracias a conocidas películas como ‘Rebelión a bordo’ (‘Mutiny on the Bounty’ / ‘La tragedia de la Bounty’ / ‘Motín a bordo’, 1935), de Frank Lloyd; ‘Desengaño’ (‘Dodsworth’, 1936), de William Wyler; o ‘La octava mujer de barba azul’ (‘Bluebeard's Eighth Wife’, 1938).
De los años cuarenta quedaron para la historia unas cuantas actuaciones memorables, pero su mejor época la alcanzó en los cincuenta, donde hizo sus trabajos más reconocidos, mientras que en los sesenta y los setenta se consagró como un maestro del cine de comedia. Pero recordemos algunos de sus grandes papeles.
Dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburguer, fue el primero de los grandes papeles protagónicos de Niven, trabajando mano a mano con la actriz Kim Hunter. En ella interpretaba al piloto británico Peter Carter que luchas contra la vida o la muerte tanto en un hospital como ante un tribunal celestial.
Doce años después de que le tocara ver desde la distancia a Cary Grant en ‘Rebelión a bordo’, Niven se puso bajo las órdenes de Henry Coster para trabajar mano a mano con el excelso actor de Bristol y con la actriz Loreta Young en esta comedia romántica en la que se puso en la piel del obispo Henry Brougham.
Un clásico entre los clásicos. Adaptación de la novela de Julio Verne dirigida por Michael Anderson en la que David Niven hacía el papel de Phileas Fogg y donde aparecía acompañado de su inseparable sirviente Picaporte, a quien daba vida el mexicano Cantinflas. Y, junto a ello, Shirley MacLaine y Robert Newton.
Un drama en el que se desarrollan diversos romances entre viejas historias y nuevos problemas protagonizados por un grupo de huéspedes fijos de un viejo hotel. Una película dirigida por Delbert Mann y con un reparto de lujo (Burt Lancaster, Rita Hayworth, Deborah Kerr) que a Niven le valió para ganar el Oscar a mejor actor.
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Basada en la novela homónima de Françoise Sagan, en este drama dirigido por Otto Preminger, David Niven y Deborah Kerr se volvieron a juntar para interpretar a Raymond y Ann, un hombre viudo, atractivo y mujeriego, y su amante, a quienes la hija de él, Cécile (Jean Seberg) trata de separar por todos los medios.
Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Niven hizo alguna que otra película propagandística, pero fue en 1961 cuando trabajó en la película bélica (y sobre aquel conflicto en particular) más recordada de toda su carrera, ‘Los cañones de Navarone’. Lo hizo bajo las órdenes de J. Lee Thompson y junto a otros dos grandes de Hollywood: Gregory Peck y Anthony Quinn.
Uno de los mejores ejemplos del género de comedia (en este caso mezclado con la intriga policiaca) dentro de la filmografía de David Niven. Fue la primera de una saga de nueve películas dirigidas en su mayoría por Blake Edwards y, en ella, el actor interpreta a Sir Charles Lytton, un rico ‘playboy’ inglés de que quien el inspector Clouseau (Peter Sellers) sospecha que puede ser ‘El Fantasma’, un famoso ladrón de joyas.
Cinta de aventuras (y bélica) que nos traslada a la China del año 1900 y que se centra en el tema del colonialismo y donde las embajadas extranjeras se ven sacudidas por una revuelta nacionalista en el país. Fue dirigida por Nicholas Ray y protagonizada por Charlton Heston y Ava Gardner junto a David Niven, quien hace el papel de Sir Arthur Robinson, el embajador británico.
Una magnífica comedia de Ralph Levy en la que dos simpáticos trúhanes que se dedican a conquistar a mujeres por diversión. Dos grandes amigos que no acaban siéndolo tanto cuando Lawrence (Niven) le entran celos por los éxitos amorosos de Fred (Marlon Brando).
Casi a finales de los 60, David Niven fue escogido para el papel de icono británico de la elegancia por excelencia: James Bond. Fue en la película ‘Casino Royale’, una cinta que, en realidad era una comedia surrealista en un 007 de retiro dorado que vuelve a la acción para salvar el mundo. Todo ello junto a un impresionante elenco con nombres como los de Peter Sellers, Ursula Andress, Woody Allen, Orson Welles o Deborah Kerr.
La carrera de David Niven se alargaría hasta los años 80, una década en la que protagonizó dos películas más de ‘La Pantera Rosa’, de nuevo en el papel de Sir Charles Litton: ‘Tras la pista de la Pantera Rosa’ (‘Trail of the Pink Panther’, 1982) y ‘La maldición de la Pantera Rosa’ (‘Curse of the Pink Panther’, 1983), su último trabajo, que se estrenó el mismo año de su fallecimiento.
Atrás dejaba una vida de éxitos en lo profesional, con esa bandera de seductor y mujeriego que también llevó a su vida personal, quedando para la historia algunas de sus más sonadas conquistas -sin contar sus dos matrimonios-, entre las que se encuentran actrices como Marilyn Monroe, Grace Kelly o Rita Hayworth.
También numerosas anécdotas, como la que protagonizó en la gala de entrega de los Premios Oscar de 1974, cuando Niven iba a dar a conocer al ganador de la mejor película y un tal Robert Opel saltó al escenario completamente desnudo para reivindicar la comunidad gay. El actor, haciendo gala de su particular humor improvisó diciendo: “Es fascinante pensar que probablemente, la única carcajada que ese hombre ha arrancado en su vida ha sido mostrándonos sus pequeñeces".
Historias y anécdotas que dejó plasmadas –tanto sobre lo profesional como lo personal- en un par de libros autobiográficos de los que uno de ellos, ‘La luna, un globo’ (‘The Moon’s a Balloon’, 1971), llegó incluso a convertirse en best-seller.
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Pero aquellas historias que contaba Niven estaban llenas de grandes momentos que obviaban los grandes dramas de su vida. Y no fueron pocos. En 2009, el historiador de cine británico Michael Munn publicó ‘David Niven: The Man Behind the Balloon’, una obra con entrevistas a gente muy cercana al actor –como su ex mujer Hjordis- y en la que se desvelaban algunos de sus secretos.
Uno de los primeros grandes dramas en la vida de David Niven llegó cuando era solo un niño. Fue en 1915, cuando su padre falleció en combate en la batalla de Galípoli, también conocida como la Batalla de los Darnanelos, que se libró en la Primera Guerra Mundial entre británicos y franceses contra las fuerzas otomanas con el objetivo de conquistar Estambul.
Tras la muerte de su padre, su madre se casó con el político conservador Sir Thomas Comyn-Platt, del que descubrió no solo que había sido su amante, sino, además, años después, que era su padre biológico, tal y como cuenta Munn, quien también revela en su libro que el pequeño Niven fue violado por sus compañeros de colegio.
Pero su época adulta no le anda a la zaga. Y es que, los dos matrimonios de Niven no están exentos de drama. El primero de ellos, con Primula Rollo acabó en tragedia después de seis años. Se casaron en 1940 y, en 1946, la que fue madre de sus dos únicos hijos biológicos, murió tras caer por unas escaleras mientras jugaba al escondite en casa de su amigo Tyrone Power.
Cuenta también Munn que, tras la muerte de Rollo entró en un estado de depresión tal que estuvo a punto de quitarse la vida. David Niven llegó a empuñar una pistola, metérsela en la boca y disparar, pero el arma falló…
Solo dos años después, en 1948, Niven volvería a casarse, esta vez con la modelo sueca Hjördis Tersmeden. Pero la realidad es que fue una relación que nunca funcionó. Con ella, el actor buscaba una madre para sus hijos más que una esposa y, aunque jamás existió el amor en la pareja, tampoco llegaron a divorciarse.
Con Hjördis tuvo dos hijas, adoptadas, de los cuales, una de ellas, era en realidad su hija biológica, pero fruto de un ‘affaire’ con una joven de 18 años. Fue un claro ejemplo de otro de los grandes problemas de Niven a lo largo de su vida, su afán mujeriego, como lo fue también la bebida.
Hasta tal punto fue insana su relación con Hjördis, que Niven contó a uno de sus biógrafos que siempre pensó en que se suicidaría, e incluso, llegó a pensar en asesinarla en una ocasión cuando estaba borracha en la bañera. "No podría haber vivido con ese peso en la conciencia", confesó el actor.
En 1980, David Niven empezó a sentir fatiga, debilidad muscular y pérdida de voz. Unos síntomas que irían a más hasta que, un año después, le diagnosticaron la peor enfermedad posible: esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
La ELA no le dejó vivir más de tres años. Tras conocer que padecía la enfermedad, comenzó un retiró en su residencia de la comuna suiza de Château-d'Œx, donde murió el 29 de julio de 1983 con 73 años.
Se cerraba el telón para la apasionante película de un actor que marcó una época, que hizo historia dentro del mundo del cine y, sobre todo, del género de la comedia. Para un ‘gentleman’ que vivió éxitos y dramas a partes iguales y que dejó un legado eterno para el séptimo arte.
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