La guerra tras la victoria ucraniana en Jersón ya no será igual
11 de noviembre de 2023. Las fuerzas rusas abandonan el enclave de Jersón, ciudad que han mantenido ocupada durante meses. Ucrania logra una gran victoria y sus soldados son recibidos con aplausos y abrazos. ¿Qué significa esta victoria en la marcha de la guerra? ¿Está cerca la victoria final de los ucranianos?
Por lo pronto, Jersón es un golpe moral para Rusia y un elemento que erosiona el liderazgo de Putin. The New York Times tituló: "Los halcones rusos intensifican las críticas a los militares por la pérdida de Jersón". Dichos halcones son gente como Dugin (ideólogo ultranacionalista) o dirigentes del Partido Comunista, aliado de Putin pero más duro aún en su intransigencia con Occidente.
Por el contrario, Ucrania está exultante, con una enorme moral de combate. La imagen de Zelenski en Jersón resulta un potente mensaje de victoria.
Los ucranianos dan señales de que quieren seguir avanzando después de Jersón pero para ello, ahora, tienen que cruzar el río Dniéper. Los rusos, para evitarlo, volaron el puente Antonov.
El río Dniéper, ancho y caudaloso, es una barrera natural que protege a los rusos que se baten en retirada. Cruzarlo es una operación militar compleja. Además, al otro lado hay todo un amplio territorio pantanoso difícil para mover tropas o equipos pesados.
Los militares ucranianos no quieren detenerse. Andrei Mikheichenko, comandante de una unidad de tanques en Bakhmut, decía a The New York Times: “La lógica de la guerra es no hacer pausas y continuar avanzando siempre”.
La hipótesis que se manejaba hasta el momento es que ambas partes detendrían la guerra durante el invierno en lo que a ofensivas o contraofensivas se refiere. Pero ni rusos ni ucranianos parecen dispuestos a ello. Claro que la climatología todavía no ha mostrado su lado más fiero.
Por ambas partes se espera que arrecien los ataques tras las líneas enemigas: los ataques rusos con drones para destruir infraestructuras y las operaciones ucranianas con fuerzas especiales y partisanos locales.
Sin embargo, la sensación es que Rusia va perdiendo. Porque no puede exhibir ninguna victoria más allá de la devastación que provocan sus ataques. Paul Adams decía en un artículo para la BBC: "Nada le ha salido bien a Rusia en los últimos meses".
Paul Adams resume así la situación de las fuerzas rusas: "Han perdido enormes extensiones de territorio en el este, el buque insignia de su flota del Mar Negro se ha hundido y un puente crucial desde Rusia hasta la Crimea ocupada sigue fuera de servicio".
Pero aún con ese panorama favorable a Ucrania, The New York Times cita a especialistas que aseguran que, por muy alta que esté su moral, las fuerzas ucranianas necesitan descansar tras la extenuante ofensiva de las últimas semanas.
Lo que está claro es que la reconquista de Jersón por parte de Ucrania puede suponer un punto de inflexión. Es una ciudad estratégica en lo militar y un trofeo que refuerza a Zelenski en su papel de líder ganador.
La ambición de Zelenski, según publicó ya hace semanas Euronews, sería recuperar la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
Lo que está claro es que la guerra va a continuar durante muchas semanas. Ni una ni otra parte parece que tengan incentivo alguno para detenerse.
Y la impresión es que en la parte rusa, incluso con el nuevo mandato de Surovikin (apodado General Armagedón), falta un liderazgo militar, una estrategia definida.
Cada vez parece más claro que Putin, como mínimo, cometió un error de cálculo al lanzarse a la conquista de Ucrania. Lo que al principio soñó como una guerra relámpago se ha convertido en una pesadilla interminable.
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