Trágica vida de excesos de Micheal Ray Richardson: el jugador de la NBA que parecía tenerlo todo
Los 80 fueron unos años complicados en la NBA. Una época en las que muchos jugadores, jóvenes y con mucho dinero en sus manos, cogieron el camino equivocado, auspiciados por el consumo sustancias ilegales, lo que llevó al base Micheal Ray Richardson a convertirse en el primer jugador expulsado del campeonato por sus excesos en este sentido.
El 18 de junio de 1986, el prometedor escolta de Maryland Len Bias murió víctima de una ingesta masiva de sustancias ilegales, justo el día después de haber sido elegido en el número 2 del Draft por los entonces vigentes campeones, los Boston Celtics. Una tragedia que, aunque en principio podía parecerle ajena, terminaría repercutiendo en el futuro de Micheal Rey Richardson.
El suceso dio pie a un importante cambio en el baloncesto estadounidense de manos de David Stern, quien fuera comisionado de la NBA entre 1984 y 2014, que puso en marcha una serie de normas sobre el consumo de sustancias de este tipo y que, a la postre, llevarían a Richardson a ser expulsado del campeonato en 1986.
Etiquetado como el 'nuevo Walt Frazier' -mítico base de los New York Knicks durante la década de los 70-, Richardson fue elegido en el número 4 de Draft por la franquicia de la Gran Manzana en 1978. Allí vivió una primera temporada generando algunas dudas, hasta que comenzó a brillar por todo lo alto en su segundo año en el Madison Square Garden.
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En esa segunda campaña, el jugador estadounidense se convirtió en el primer jugador en la historia de la NBA en liderar las clasificaciones de asistencias y robos de balón en un mismo año, promediando 10,1 y 3,2 por partido, respectivamente, lo que le valió para disputar su primer All-Star y ser elegido dentro del mejor quinteto defensivo de la temporada.
Desde ese momento y hasta el final de su carrera, disputaría tres veces más el All-Star, dos con los Knicks -en los dos años siguientes- y otra con los New Jersey Nets en la temporada 1984-1985, a donde llegó procedente de los Golden State Warriors, con los que había jugado solo 33 partidos tras ser traspasado allí por el equipo neoyorquino.
A lo largo de esos años, Richardson destacó no solo por sus actuaciones en el campo, sino también por sus problemas dentro y fuera de las canchas. Se destapó como un jugador polémico, que tuvo sus más y sus menos con entrenadores como Red Holzman o Hubie Brown, o con sus propios agentes -nada menos que 6 en sus primeros años de carrera, según Sports Ilustrated-.
Fuera, la cosa no fue mucho mejor. El dinero le quemaba en las manos y, entre otras cosas, se compró nada menos que 16 coches de alta gama, entre ellos un Mercedes en el que grabó en oro su apodo, 'Sugar', en la palanca de cambios.
Pero no era lo único en lo que se le iba el dinero… Y uno de los peores vicios de 'Sugar' Richardson en aquellos años fue el consumo de sustancias ilícitas. Una afición que derivó en problema y que le costó muy caro…
Una historia que contó años después en el documental '¿Qué pasó con Michael Ray?' ('Whatever Happened to Micheal Ray?', 2000), de NBA Entertainment y narrado por el actor Chris Rock, en la que hacía un repaso por sus éxitos deportivos y por sus fracasos personales por culpa de sus excesos.
Para que terminara en esa situación, mucho tuvieron que ver sus compañeros en los Knicks Ray Williams y Mike Glenn, dos personajes que, según el documental, tuvieron grandes cotas de responsabilidad para que Richardson pasara de ser consumidor ocasional a tener un grave problema de dependencia.
"Mientras mi agente estaba intentando sacar más dinero a los Warriors, yo estaba en Nueva York volviéndome loco. Me pateaba toda la escena neoyorquina, una noche con los héroes del deporte de la ciudad, la siguiente con la peor gente que se pudiera imaginar", aseguró el propio Richardson.
"Lo peor es que creía que eso era 'cool', que yo controlaba y que estaba viviendo la gran vida. Cuando finalmente teníamos un acuerdo con los Warriors, me torcí el tobillo en el primer entrenamiento, así que me quedé encerrado y colgado en un Holiday Inn. Las mujeres no paraban de traerme para consumir y comer. (…) El punto más bajo de mi vida", añadió.
En la temporada 1985-1986, tras varios episodios para olvidar, como faltar a entrenamientos o intentar entrar por la fuerza en casa de su primera mujer, el entonces jugador de los Nets fue sometido a un control antidopaje en el que dio positivo. Le hicieron tres pruebas y, al no superar la tercera de ellas, se le aplicó el más severo de los castigos: su expulsión de por vida de la NBA.
Dos años después de aquella dura sanción, la NBA abrió la mano, reculó y le ofreció regresar a la mejor liga de baloncesto del mundo, pero Richardson ya nunca quiso volver y se marchó a jugar a Europa el resto de su carrera, iniciándose en el Bolonia, donde, por cierto, también fue suspendido por un nuevo positivo.
Para el jugador, lo que sucedió con él y la NBA no fue una mera cuestión de tener un problema con la bebida, sino que, siempre creyó que la cosa iba mucho más allá de eso, involucrando aquí el tema del racismo. Y es que, con él hubo mano dura, cosa que no sucedió con otros casos similares como el de Chris Mullin, alero "blanco" de los Golden State Warriors.
En su documental, Richardson terminaría reconociendo que, con su radical sanción David Stern fue su gran salvador. "Ahora miro para atrás y me pregunto qué estaba haciendo. Ese no era yo. Al menos conseguí salir, pero a veces me siento y me pregunto dónde habría llegado si nunca hubiera consumido", aseguró.
Entre su suspensión y su llegada a Italia, Richardson se vio obligado a buscarse la vida como pudo, en una empresa financiera, en el centro de belleza de su segunda mujer, e incluso ayudando a jóvenes con problemas y con el sueño de jugar al baloncesto.
Llegó incluso a generar una gran polémica en Estados Unidos por una serie de comentario antisemitas en una entrevista para The Albany Times Union que muchos dijeron que fueron sacados de contexto, incluido el propio David Stern, que era judío.
El caso es que, en 1988, Richardson inicio una nueva vida como profesional del baloncesto que lo llevó a jugar en Italia, Croacia y Francia y que terminó en 2002, tras lo cual cambio la pista por los banquillos, convirtiéndose, desde 2004 y hasta 2014 en entrenador, dirigiendo a Albany Patroons, Oklahoma Cavalry, Lawton Cavalry y London Lightning.
Una vida deportiva marcada por los excesos, por su dependencia de unas sustancias que acabaron con su carrera en la NBA, enarbolando el triste título de ser el primero en ser expulsado del campeonato por ello. Un jugador que pudo ser historia y cuya historia terminó truncándose.
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