Síndrome de Hubris: el 'virus' del ego que invade la sociedad del siglo XXI
Ego, soberbia, prepotencia o falta de humildad son sentimientos que muchas personas han experimentado a lo largo de toda la historia. El poder y el éxito son buenos alicientes para sacarlos a relucir y es en entonces cuando aparece el llamado 'Síndrome de Hubris', un trastorno psiquiátrico cada vez más extendido en la sociedad actual.
Este término fue acuñado por el neurólogo británico David Owen en su libro 'En el poder y en la enfermedad' ('In Sickness and in Health: The Politics of Medicine', 2008), después de analizar el comportamiento de conocidos personajes políticos a los que diagnosticó con este trastorno, que define como adquirido y reversible.
El 'Síndrome de Hubris' se caracteriza por que las personas que lo padecen muestran un ego desmedido acompañado de soberbia, falta de humildad, dificultad para aceptar las críticas y empatía, con un desprecio absoluto de las opiniones y las necesidades de los demás y, en ocasiones, un comportamiento excéntrico.
En sus investigaciones, para las que contó con la inestimable ayuda de Jonathan Davidson psiquiatra y profesor de la Universidad de Duke (Estados Unidos) se analizaron los perfiles psicológicos de varios ex presidentes estadounidenses y del Reino Unido.
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Entre las conclusiones de ambos investigadores se estimó que varios de ellos, como George W. Bush, Margaret Thatcher o Tony Blair, entre otros, padecían este trastorno, ya que mostraban evidentes signos de arrogancia en su personalidad.
Históricamente, este tipo de comportamientos se ha relacionado estrechamente con el poder, por lo que siempre se ponía el foco en grandes políticos, pero también a otros estratos de la sociedad como los militares, religiosos y empresarios o directivos de empresas.
En estos tiempos, la clase política sigue siendo un gran referente, aunque se pueden encontrar muy buenos ejemplos entre figuras empresariales que han amasado fortunas millonarias dentro del mundo digital y tecnológico, colocándose en una posición de poder que nunca antes habían podido experimentar.
Un buen ejemplo de ello es Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, entre otras empresas, al que se ha criticado mucho por su prepotencia y arrogancia, como está demostrando en su faceta política apoyando a Donald Trump, o su falta de tacto, patente en el momento en el que adquirió Twitter y despidió al 80% de sus empleados.
No es el único. Otros como Mark Zuckerberg (Meta) o Jeff Bezos (Amazon) también han dado síntomas de padecer el 'Síndrome de Hubris', por su obsesión por el control, prepotencia, arrogancia desmedida y el trato hacia los empleados de sus grandes empresas que les han costado innumerables críticas en todo el mundo.
Además, en estos últimos tiempos, el problema se ha extendido a otros ámbitos, como los de los influencers, gamers o youtubers, que han conseguido mucho dinero rápidamente y de manera fácil, lo que los ha llevado a mostrar de forma ostentosa a través de internet cómo gastan sus fortunas y despreciando a los que no han conseguido alcanzar su forma de vida.
Pero es algo de lo que tampoco estarían exentas personas normales, alejadas de la fama o el dinero, pero que sí podrían alcanzar ciertas cotas de poder a pequeña escala dentro de su contexto laboral o social (encargados, jefes, etc.).
Reflejo de ello fue un estudio que realizó en los años 70 del siglo pasado el psicólogo e investigador Philip Zimbardo en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) en la que quiso demostrar cómo el poder puede corromper con facilidad al ser humano.
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Para ello, crearon una cárcel ficticia en este centro universitario donde 'encerraron' a 24 jóvenes divididos entre los roles de carceleros y reclusos y, a los pocos días de comenzar con el experimento, ya se pudo observar cómo los primeros empezaron a mostrar aires de superioridad sobre el resto y a maltratarlos.
Owen y Davidson afirmaron en sus investigaciones que las personas que terminan padeciendo el 'Síndrome de Hubris' pasan por una serie de fases que arrancar por la autoconfianza cuando las cosas empiezan a salirnos bien. De ahí surgen los halagos en el momento que se alcanza el éxito y que terminar por llevarlos a la arrogancia y, finalmente, la paranoia.
Además, destacan una serie de síntomas que los identifican entre los que están ver el mundo como el espacio ideal para alcanzar el poder y la gloria, llevar a cabo acciones para ensalzar su imagen, con la que está normalmente obsesionado, y una vez alcanza el poder, lo utiliza para 'autoglorificarse'.
No solo eso, sino que, además, se trata de personas con mucha confianza en sí mismas, que han perdido el contacto con la realidad, tendentes a hablar de sí mismos en tercera persona y de llegar a considerarse como auténticos Mesías. Todo ello con el convencimiento de que no tiene que rendir cuentas ante nadie.
Según apunta Owen en su libro, llega un momento en que este tipo de personas dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sólo sus ideas son las correctas y, aunque no lo sean, nunca reconocerán que se han equivocado.
Ambos autores plantearon, además, que se considerara el 'Síndrome de Hubris' en el mundo de la psiquiatría como un tipo específico de trastorno de la personalidad que combinaría los trastornos antisocial, histriónico y narcisista.
El mundo actual y la forma en que se estructura es propensa a generar cotas de poder de las que se benefician ciertas personas que, sin duda, no están libres de experimentar en sus propias carnes este síndrome, que se ha extendido como un 'virus' a todos los estratos de la sociedad.
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