La trágica historia de Laurie Cunningham, el icono contra el racismo que brilló en el Real Madrid de los 80
Fue el primer futbolista de raza negra que vistió la camiseta de la selección inglesa en un partido oficial y se convirtió en leyenda del Real Madrid. Un jugador que llegó a levantar al Camp Nou tras una derrota ante el eterno rival para ovacionarlo. Laurie Cunningham es historia del fútbol, aunque su vida estuvo marcada por la intolerancia y la tragedia.
La 'Perla Negra', apodo con el que se conocía al futbolista inglés en sus tiempos de madridista, fue, según la web el club blanco, "un delantero elegante, habilidoso y muy veloz. Era letal en el uno contra uno y se desenvolvía bien por cualquier zona del ataque. Tenía un excelente disparo con la pierna izquierda y un gran control del balón".
Era, además, la personificación de la elegancia, siempre bien vestido y amante de las grandes marcas, además de un absoluto apasionado de la música soul, lo que le llevaba a gastar mucho de su tiempo lejos del fútbol entre tiendas de ropa y pistas de baile, como explica el periodista Dermot Kavanagh en 'Different Class', biografía del astro británico.
A pesar de todo ello, a lo largo de toda su vida, Laurie Cunningham tuvo que buscar en éxito siempre lastrado por el racismo y la intolerancia de la gente, sobre todo en Inglaterra, donde las personas negras no eran precisamente bien vistas por la mayoría de la gente.
Cunningham nació el 8 de marzo de 1956 en el seno de una familia de inmigrantes jamaicanos que se había establecido en la ciudad de Londres. Una época difícil en la que no era difícil encontrar carteles en los bares en los que se prohibía la entrada "a perros, irlandeses y negros".
ADEMÁS: Trágico final para el hijo de Hugo Sánchez: de qué murió el joven Hugo Sánchez Portugal
La situación se contextualiza a la perfección con aquel mítico discurso de 1968 en el que el político conservador Enoch Powell, padre del nacionalismo británico, auguraba guerras y "ríos de sangre" si el Reino Unido continuaba abriendo la puerta a inmigrantes no blancos y exigió la deportación masiva de muchos de ellos para "preservar" la identidad del país.
"Mi padre nació en los años 70 en Reino Unido en una época en la que el racismo era un reflejo de la sociedad. Paseabas por Inglaterra y veías carteles de prohibida la entrada a irlandeses, negros y perros. Imagínate cuando mi padre vistió la camiseta de la selección inglesa", contó Sergio Cunningham, hijo del mítico futbolista en el programa en 'El Larguero' de la Cadena SER.
Un año antes, en 1967, con 11 años, Cunningham empezó a despuntar como futbolista en el Highate North Hill, un equipo de barrio londinense fundado por un trabajador social y en el que llegó a coincidir con otros cuatro jugadores negros más. Allí, tuvieron que soportar allí el racismo de entrenadores y de aficionados que los insultaban y los tiraban plátanos y heces de perro.
El delantero londinense pasó por las categorías inferiores del Arsenal, de donde lo echaron en 1972 y no fue hasta dos años más tarde, cuando se reconcilió con el mundo del fútbol fichando por el Leyton Orient, paso previo a su salto, en 1977, al West Bromwich Albion, donde daría su definitivo salto al estrellato.
En los dos años que jugó para el club de Birmingham, Cunningham se convirtió en el líder absoluto de su línea de ataque e hizo historia alcanzando la mejor clasificación de su historia -terceros, solo por detrás de Liverpool y Nottingham Forest-, además de jugar una memorable eliminatoria de la Copa de la UEFA contra el Valencia que hizo que el Real Madrid se fijara en él.
En esa corta etapa de su carrera coincidió además en el West Bromwich Albion con Cyrille Regis y Brendon Batson, otros dos jugadores negros a los que su entonces entrenador, Ron Atkinson, apodó como 'The Three Dregrees', en referencia a un conocido trío femenino de soul y música disco de Filadelfia.
Fue también el momento en el que Cunningham hizo historia debutando con Inglaterra sub-21 el 27 de abril de 1977. No fue el primer jugador negro en enfundarse la elástica de los 'Three Lions' -ese honor le pertenece a Viv Anderson-, pero sí fue el primero en hacerlo en partido oficial.
Sin embargo, toda esa historia de éxito siempre quedó empañada por la hostilidad que lo rodeaba y donde el racismo era un enemigo con el que lidiar a diario. Porque cada partido que ganaban con 'The Three Dregrees' sobre el césped era un canto contra esa lacra, pero era un mal demasiado extendido en el país.
"Lo que mi padre vivió fue un reflejo de la sociedad de entonces... Los directivos de los clubes decían que los negros no se movían bien en el barro o que no tenían resistencia", contó en la Cadena SER Sergio Cunningham, quien lamentó que "mi padre soportó mucho. Hasta amenazas de muerte".
"Cuando debutó con Inglaterra recibió una bala por carta. También atentaron contra él en su casa con cócteles molotov e intentaron quitarle los frenos del coche.... Ver a un negro con la camiseta de Inglaterra era el mayor insulto del mundo", recordó el hijo de la estrella británica.
En otra entrevista, en 'La Sexta Columna', de La Sexta, Sergio Cunningham recordó que, en un partido, cansado de que los insultos racistas, tras el pitido final, "se fue a la grada y los aficionados empezaron a saltar al campo. Fueron a por él, la trifulca llegó a la calle, se lio una buena y, al final, la prensa y la policía le echaron la culpa a mi padre por provocar".
Lejos de todo aquello, desde el España, el Real Madrid quedó prendado por el juego que desplegaba el talentoso jugador del West Bromwich Albion, por lo que decidió poner todo de su parte para convertirse en una de las insignias del equipo.
De este modo, con una millonaria inversión que alcanzó las 950.000 libras esterlinas, en el verano de 1979, Laurie Cunningham pasó a convertirse en el fichaje más caro de la historia del Real Madrid hasta la fecha y en un futbolista que dejaría huella entre sus aficionados hasta su marcha en 1983.
"Cuando mi padre vino al Real Madrid en 1979 no sintió ese racismo en España", dijo Sergio Cunningham en la Cadena SER, aunque en ningún momento llegó de desaparecer por completo de su vida, tampoco en esta nueva etapa lejos de su país.
En la de 'La Sexta Columna', el hijo reiteró que "la sociedad española cuando vino mi padre la verdad que le trató bastante bien, tuvo capítulos racistas, pero no tan brutal como en el Reino Unido. (…)" y recordó que "cuando jugaba, los insultos que solía escuchar eran 'igual de malo que tu padre', 'mono', 'vuelve a la selva', Europa blanca no es tu tierra'".
En 'Different Class', Dermot Kavanagh también habla de esta etapa en España, de la que lamenta la "condescendencia racista" con que trataban a Cunningham, para los que, según sus palabras "nunca dejó de ser 'el negrito'".
En ese sentido, el periodista británico recuerda especialmente la publicación de una caricatura en las páginas del diario español ABC en las que se podía ver al futbolista del Real Madrid bailando vestido únicamente con un taparrabos y armado con una lanza, mientras cocinaba al técnico del Atlético de Madrid, Luis Aragonés, en una olla.
A pesar de todo ello, Cunningham vivió sus años más felices en Madrid, donde se creo una gran conexión con los aficionados del Real Madrid hasta sus últimos días de blanco y en los que conquistó una Liga (1980) y dos Copas del Rey (1980 y 1982).
Aunque su momento más recordado con el equipo merengue fue en su enfrentamiento con el Barça en el Camp Nou el 10 de febrero de 1980, en un encuentro en que su equipo venció al su eterno rival por 0-2 tras una impresionante actuación de Cunningham, en el que dio un auténtico recital de regates y terminó ovacionado por la afición azulgrana.
Una época en la que, por otro lado, tuvo que lidiar con una enorme tragedia familiar. Fue en julio de 1982, justo antes de su última temporada como madridista, cuando se produjo el asesinato de la esposa de su hermano y sus dos sobrinas, algo que le produjo una gran depresión. Un crimen que no se resolvió hasta el año 2010, según publicó el Daily Mail.
En lo deportivo, su carrera de blanco se fue apagando desde el momento en el que sufrió una lesión en un dedo del pie izquierdo que le hizo pasar por el quirófano. 48 horas después de aquella operación y escayolado, se fue a la discoteca Pachá de Madrid, lo que le acarreó una importante sanción, el enfado de sus seguidores y, a la larga, su adiós al conjunto merengue.
En marzo de 1983, Cunningham se marchó cedido al Manchester United para comenzar un nuevo camino lejos del Real Madrid que lo llevaría a jugar en el Sporting de Gijón (1983-1984), Olympique de Marsella (1984-1985), Leicester City (1985-1986); Rayo Vallecano (1986-1987); Royal Charleroi (1987); Wimbledon (1988) y, de nuevo, Rayo Vallecano (1988-1989).
Pero al futbolista inglés aún le quedaba por escribir otro capítulo en su vida. El último y más trágico de todos. Y es que, en la madrugada del 15 de julio de 1989, a sus 33 años y aún negociando la prolongación de su último contrato con el Rayo Vallecano, sufrió en Madrid un grave accidente de tráfico que acabó con su vida.
Tras su muerte, quedó su legado, porque como recordó su hijo en el videopodcast de LALIGA VS, su lucha sirvió para "allanar el camino a las nuevas generaciones" a la vez que recordó una frase del mítico Michael Robinson que decía que "gracias a Laurie Cunningham los niños negros pueden soñar con ser alguien".
Se marchaba para siempre un jugador único, de un talento descomunal, pero también un chico humilde que llegó a lo más alto dentro del mundo del fútbol y que se atrevió a vestir diferente, reivindicar su raza y romper barreras, un hombre, como el mismo decía (y así los recuerda Kavanagh en su biografía) "de una clase diferente".
ADEMÁS: No solo Vinicius Jr: escándalos racistas en el fútbol