El 'chico de pueblo' que lo cambió todo en el golf: la verdad sobre Severiano Ballesteros
Carisma, talento, esfuerzo, determinación… Son muchos los calificativos que se podrían utilizar para definir a Severiano Ballesteros, una figura fundamental e imprescindible en la historia del golf, que llegó a lo más alto luchando contra todo y contra todos para cambiar para siempre este deporte.
Desde que existe el golf, ha habido jugadores más laureados que el español, pero es difícil encontrar a alguien como él, capaz de arrastrar a millones aficionados allá donde fuera a competir, impresionados por un ganador capaz de conseguid los golpes más inverosímiles fruto de su incomparable genialidad.
"No sólo cambió el juego, su papel en la resurrección de la Ryder Cup y la gran influencia de su presencia y sus éxitos llevaron a otros golfistas europeos a creer que ellos también eran capaces de competir con éxito en Estados Unidos", publicó el periódico británico The Observer en 2007, el año de su retirada.
Ballesteros estuvo 33 años en el circuito profesional del golf, entre 1974 y 2007, dejando atrás un palmarés con 90 victorias, 5 majors (3 Open Británicos y 2 Masters de Augusta); 5 Ryders Cup (como jugador y capitán), 50 títulos del PGA European Tour y 6 del PGA Tour. Y, tras su adiós, la revista ‘Time’ lo eligió como número uno de los deportistas que habían cambiado de este deporte para siempre.
ADEMÁS: Yago Lamela: el trágico destino de una estrella olímpica
Y todo eso, comenzando desde abajo, como un claro ejemplo de lucha y esfuerzo por conseguir y alcanzar los sueños que uno se pudiera proponer. Con el plus de hacer historia como impulsor del golf moderno, tal y como lo conocemos en la actualidad.
Severiano Ballesteros nació el 9 de abril de 1957 en la pequeña localidad cántabra de Pedreña, en el seno de una familia humilde, con pocos recursos. Era un chico de pueblo, hijo de un jardinero, pero que siempre sintió atracción por un deporte, el golf, que no tenía mucha tradición en España cuando era niño.
El entorno en el que se crio, sin embargo, sí fue fundamental para conducir a Ballesteros por el camino que finalmente recurrió dentro del mundo del golf. En primer lugar, porque Pedreña se situaba en una de las zonas con mayor tradición golfística de España (incluso de Europa), a pesar de ser un deporte altamente minoritario en aquellos años.
El segundo, su tío, Ramón Sota. El que fuera hermano de su madre, fue ejemplo e inspiración para Ballesteros, pues fue uno de los grandes jugadores españoles de los años 50, campeón de España hasta en cuatro ocasiones y subcampeón de la Copa de Europa en dos ocasiones. ‘Seve’ tuvo la oportunidad de verlo entrenar y quiso seguir sus pasos.
Para dar sus primeros pasos como golfista aficionado que era entonces, Ballesteros solía utilizar como campo improvisado la playa de Somo, cercana a Pedreña, agujeros en la arena y un palo con un pañuelo anudado a modo de bandera de green.
Sus esfuerzos tuvieron su recompensa y, con sólo 9 años, se convirtió en caddie en el campo de golf de su pueblo, para comenzar a abrirse camino dentro del mundo del golf de manera fulgurante a partir de ese momento.
Lo del golfista español, desde entonces, fue una cuestión de lucha y esfuerzo desde su humilde entorno, pero, sobre todo, de talento, porque, con sólo 16 años logró dar el paso definitivo dentro de su carrera deportiva convirtiéndose en jugador profesional.
Fue a esa edad cuando jugó su primer torneo como profesional dejando atrás una corta, pero prometedora y brillante carrera como golfista amateur y en el mismo año, 1974, en el que ganó su primer título en la élite, el Open Sub-25 de España, terminando la temporada ya en el puesto 26 del ranking internacional.
Su irrupción sorprendió al mundo entero, pero la sorpresa se convirtió en admiración en el poco tiempo que pasó desde que Ballesteros era un simple debutante en el circuito hasta que fue nombrado, con 19 años, como el mejor jugador europeo del año, ganando torneos en los cinco continentes.
Corría el año 1976 y Ballesteros quedó segundo en el prestigioso Open Británico de golf, en un momento en el que el jugador español encandiló a los aficionados británicos, para quienes se convirtió en un auténtico ídolo.
Tres años después, en 1979, haría historia -con solo 22 años- al convertirse en el jugador más joven de la historia en ganar el torneo británico y, al año siguiente, en el primer europeo en conquistar el Masters de Augusta, consolidando así su estatus de referente mundial del golf.
Historia de dos prestigiosos torneos a los que hay que sumar, sin lugar a dudas, la Ryder Cup, no solo porque la ganara en 5 ocasiones, sino porque fue, además, un pilar fundamental e impulsor de que el torneo, hasta entonces disputados por golfistas estadounidense y británicos, se abriera a participantes de otros países del continente europeo.
A lo largo de su carrera, fue elegido Golfista del Año de la PGA European Tour en tres ocasiones y ‘miembro honorable’ del mismo, siendo el golfista más laureado del circuito; entró a forma parte del Salón de la Fama en 1997; ganó el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1989 y ha sido nombrado como el Mejor Jugador Europeo del Siglo XX.
Su adiós definitivo al mundo del golf tuvo lugar el 16 de julio de 2007 en el campo escocés de Carnoustie, donde anunció su retirada a los 50 años, tras más de tres décadas creando afición a un deporte como el golf en todos los rincones del mundo, en los que había tradición y en los que era algo minoritario y casi desconocido.
La peor y la más trágica de las noticias llegaría cuatro años después de su retirada, cuando, el golfista cántabro murió víctima de un tumor cerebral con el que llevaba luchando desde 2009 y por el que creó la Fundación Severiano Ballesteros, con el objetivo de apoyar la investigación para la lucha contra el cáncer.
Ese fue su legado junto al cambio radical que dio al mundo del golf. Un proyecto que hoy continúa muy vivo de la mano de sus hijos, Javier, Miguel y Carmen Ballesteros, junto al también golfista profesional Jesús Rodríguez y en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España (CNIO).
"Mi padre sufrió un cáncer muy complicado, un cáncer que hoy por hoy no se cura. Padeció un glioma maligno de grado 3, y quiso contribuir con su Fundación para que algún día la gente se pudiera curar", contó su hija Carmen al periódico El Confidencial.
"Hay un laboratorio que lleva el nombre de Severiano Ballesteros y allí se está llevando a cabo una importante labor de investigación sobre el cáncer cerebral para detectarlo y combatirlo de forma eficaz. Desde la Fundación queremos contribuir en la sensibilización y apoyo a esta causa, y la investigación es fundamental para seguir avanzando", añadió.
Hoy, las cenizas de Severiano Ballesteros reposan en la que fuera su residencia de Pedreña, junto a una escultura suya obra del artista Raúl Abad orientada hacia la playa de Somo, donde comenzó a jugar al golf, y acompañado de un magnolio, el árbol que simboliza al Masters de Augusta.
Una historia de superación y éxito que terminó mucho antes de lo que debería, pero que dejó un legado incalculable en todos los sentidos, para el mundo del golf y en la lucha contra el cáncer. Perdió ante la enfermedad, pero él ya había ganado mucho antes convirtiéndose en una figura inmortal del mundo del deporte.
ADEMÁS: Qué fue de Fermín Cacho: el héroe del atletismo español en Barcelona’92