Auge, caída y resurrección de Edurne Pasaban
Fue la primera mujer en la historia en coronar los 14 ochomiles -los picos más altos de la Tierra- y una de las mejores deportistas españolas de todos los tiempos. Sin embargo, su éxito en lo deportivo no ha impedido que tenga que lidiar con un enemigo mucho peor que la montaña: la salud mental. Echemos la vista atrás para recordar la carrera y la vida de la alpinista Edurne Pasaban.
Su gran hito lo conseguiría en nueve años, entre 2001 y 2010, un periodo en el que fue conquistando las 14 montañas: Everest (2001), Makalu y Cho Oyu (2002); Lhotse, Gasherbrum II y Gasherbrum I (2003); K2 (2004); Nanga Parbat (2005); Broad Peak (2007); Dhaulagiri y Manaslu (2008); Kanchenjunga(2009); y Annapurna y Shisha Pangma (2010).
El reconocimiento de ser la primera en conseguirlo no estuvo exento de polémica, ya que la surcoreana Oh Eun-Sun había conseguido subir los 14 ochomiles un mes antes que Pasaban. Sin embargo, surgieron dudas razonables sobre su ascenso al Kanchenjunga en 2009, por lo que el hito de ser la primera se fue a manos de la alpinista española.
“El alpinismo me hizo sentir libre, me enseñó el valor de la amistad y me permitió elegir mi propio camino”, explicaba la tolosarra en un encuentro con BBVA, uno de sus patrocinadores.
Sus retos en la montaña comenzaron cuando solo era una adolescente, cuando ya consiguió conquistar los Pirineos, los Alpes y los Andes; alcanzando la cima del Mont Blanc con solo 21 años y el Everest con 26. Pero no fue hasta los 35 años cuando comenzó a ganarse la vida como una deportista de élite.
Y ese hecho, el de comenzar a esa avanzada edad a luchar profesionalmente por su sueño de la montaña, la hizo pensar que no encajaba en una sociedad excesivamente normativa, donde sentía que no hacía lo que tocaba hacer, donde fue perdiendo amigos que sí siguieron ese otro camino…
Todo ese conglomerado de cosas fue haciendo mella en ella, hasta el punto de que comenzó a padecer importantes problemas de depresión que acabó arrastrando durante muchos años.
En una entrevista al diario El País, Pasaban confesó que “cuando me hago profesional, es un momento difícil para una mujer, porque a los 31 o 32 la sociedad nos hace sentir que te tienes que buscar una pareja y crear una familia. Yo, en cambio, me pasaba siete meses en el Himalaya jugándome la vida”.
Era una cuestión que tenía además su propio lado machista: “No era solo eso, sino que, además, mis compañeros varones sí lo podían hacer. Ellos tenían la foto de sus hijos en el campo base. Y a mí eso me pesaba”, dijo en aquella entrevista.
En 2004, Pasaban también sufrió un importante percance que le marcaría en aquellos años. Fue en el K2, el séptimo ochomil que ascendió junto al equipo de ‘Al filo de lo imposible’ de TVE y en cuyo descenso sufrió la congelación de dos falanges de los dedos de sus pies, que tuvieron que amputarle.
Pero aquello quedó en anécdota cuando, en 2006, la vida y la salud mental de Edurne Pasaban dieron un vuelco. El mundo se la vino abajo como demostró que, dentro de aquella década prodigiosa como montañista, aquel año no llegó a subir a ninguno de aquellos ochomiles.
Aquel año, la pareja que tenía le dejó y ella cayó en “un agujero”, culpando de todos sus males a la montaña. “Cuánto vas a la montaña, cómo vas a tener a alguien que te aguante…”, se preguntaba en la entrevista a El País.
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"Yo entrenaba un montón y hacía lo que más me gustaba. Pasaba 6 meses en el Himalaya cada año, pero al regresar a casa me sentía muy sola porque todo mi entorno hacía sus vidas, con carreras, hijos... Te hace replantear muchas de las cosas a las que te dedicas en tu vida", contó también en el programa de televisión ‘Todo es mentira’.
En sus peores momentos, Pasaban llegó a intentar quitarse la vida hasta en dos ocasiones. “Quería terminar con mi dolor. Es tan grande que quieres quitártelo y es la única forma. Si te duele la pierna, tomas un ibuprofeno. Ese dolor del alma, dentro de ti, es muy difícil de quitar y la pelota se va haciendo más grande”, decía a El País.
En aquel momento, Pasaban se dio cuenta de que estaba tocando fondo y decidió pedir ayuda. Llegó a ingresar en un hospital psiquiátrico durante cuatro meses donde, gracias a la ayuda médica, los medicamentos y el apoyo de su familia pudo ir saliendo adelante.
“De los 12 meses del año, cuatro me los paso en un hospital", contaba en el documental de TVE ‘El viaje. La medalla de la salud mental’, donde destacaba además que "quizás, la montaña más difícil es la de la vida, la montaña de darte cuenta de que estás enferma y que realmente aquí sí necesito ayuda para salir".
Aun así, se lamenta, “la depresión sigue siendo un tabú. Si me detectan un tumor, voy hoy mismo a tratarme. Pero cuando tienes una enfermedad mental y has de dar ese paso es superduro. Tu familia, tu entorno, tú, la sociedad, no lo acepta”.
Por suerte para ella, tanto su familia como toda la gente con la que trabajo durante años para conseguir el reto de los 14 ochomiles la convencieron para volver y seguir buscando su sueño sin perder su pasión que recuperó tras hacer cima en 2007 en el Broad Peak, en la cordillera del Karakórum en una experiencia que ella misma calificó de “muy bonita”.
La montañista echaba la vista atrás y reflexionaba sobre ello: “¿Cómo he intentado quitarme la vida, pensar que no me merece la pena vivir? Gracias que aquello no ocurrió. Soy de las personas afortunadas para las que querer quitarme la vida no funcionó, o no fui lo suficientemente valiente. Qué suerte”.
En octubre de 2022 estrenó un podcast junto a Amazon Music y EFE llamado ‘Tabú mental’, donde cuenta su experiencia personal con la depresión y con sus dos intentos de quitarse la vida, todo ello con el objetivo de poder servir de ayuda a otras personas que están pasando por esa misma situación.
Hoy, ya alejada de la montaña profesionalmente, además de como empresaria, ejerce también como conferenciante, dando charlas motivacionales en las que habla de exigencia, esfuerzo y afán de superación como valores ineludibles para emprender un futuro profesional de éxito.
Cuenta además con dos libros en el mercado, ‘Catorce veces ocho mil’, una narración sobre su hito deportivo escrito con la colaboración de Josep María Pinto; y ‘Objetivo: confianza’, obra escrita junto a Angélica del Carpio para buscar la mejor forma de enfrentarnos a nuestros retos y alcanzar el éxito.
Una nueva vida que es aún más dichosa desde que Pasaban trajo al mundo junto a su pareja, el portugués Carlos Correia, a su primer hijo, Max, su “decimoquinto ochomil (…) El más difícil y el más importante de todos (…) Lo que hoy hace feliz a Edurne Pasaban”, contaba en El País.
Edurne Pasaban. Todo un ejemplo de superación en el deporte y en la vida y un buen ejemplo de que los problemas de la salud mental no pueden tomarse a broma, sino abordarlos con contundencia para vencerlos y seguir luchando por la vida y nuestros sueños.