Carlos Roa, el guardameta que eligió a Dios antes que jugar para los ‘Diablos Rojos’
Hizo historia en España siendo una pieza fundamental del mejor Real Mallorca de la historia y lo hizo también con Argentina, tras una memorable tanta de penaltis con la que derrotaron a la odiada Inglaterra. Y en el mejor momento de su carrera, cuando un grande de Europa llamó a su puerta, Carlos Roa decidió cambiar el fútbol por la religión…
Su aventura lejos de los terrenos de juego apenas duró 9 meses, pero aquella decisión marcó el final de su carrera deportiva, que pasó de haber podido ser el guardameta del vigente campeón de Europa, el Manchester United, a terminar como suplente de su compatriota Leo Franco y, más tarde, jugar en la Segunda División del fútbol español antes de regresar a su país y retirarse.
La temporada 1998-1999, el Mallorca terminó La Liga tercero -la mejor clasificación de su historia-, ganaron la Supercopa de España -su primer título- y fueron subcampeones de la Recopa de Europa. En la cima de su carrera, los ‘Diablos Rojos’ se interesaron por él, pero apostó por Dios convirtiéndose en un miembro activo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Esta confesión cristiana de la rama del protestantismo destaca por considerar el sábado como un día de reposo y dedicado a Dios, una idea que surge del pasaje bíblico de Génesis 2: 2-3, que así lo consideraba en el momento de la ‘Creación’, una razón fundamental que alejaba a Carlos Roa de la práctica del fútbol.
"El séptimo día bíblico, que es el sábado, no se respetaba, porque Dios manda que ese día lo dediquemos a tener una comunión plena con él y lo vivamos en tranquilidad con la familia. Jugando ese día tenía que anteponer otros valores a lo que mi mente y mi corazón me dictaban", explicó Roa en una entrevista con el diario deportivo español AS.
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En ella, el cancerbero argentino contó el porqué de aquel sorprendente giro de guion en su vida: "Mi elección fue dejar de jugar al fútbol. Fue una decisión meditada. Extraña para la mayoría de la gente, pero yo lo pensé muy bien y opté por una llevar una vida de abnegación y servicio a los demás y predicar lo que dice la Biblia".
"Puse a Dios por encima del fútbol. Era lo que sentía. Sé que renuncié a jugar en un grande de Inglaterra, a seguir en la selección argentina y a ganar mucho dinero, pero quería experimentar otras cosas y servir al prójimo", añadió Roa.
"Tenía en mi cabeza otras intenciones y otras cosas a las que le daba prioridad antes que el fútbol, y una de esas era la religión", recordó en otra entrevista en el podcast Líbero VS de Tyc Sports.
"Tomé una decisión compleja, quefue difícil de aceptar para mucha gente. Incluso mi esposa y mis hijas me apoyaban, pero no compartían. Me acuerdo que Cúper me dijo 'Déjalo a Dios que espere', je. Gente que me quería estaba consternada porque no entendía...”, recordó sobre aquel momento en el diario argentino Olé.
Fueron muchos los que entonces no entendieron aquella decisión del santafesino y cuestionado de si no se arrepintió por ello, Roa aseguró en AS que "a veces lo pensé, pero las decisiones se toman en el momento y en mi caso no fue un arrebato. Muchos me dijeron que estaba loco, pero tenía el apoyo de mi esposa y no necesitaba más".
Sin embargo, el poder del fútbol era demasiado fuerte y más para un jugador como él por lo que, finalmente sus caminos volvieron a cruzarse, algo que sucedió rápido, apenas nueve meses después de que anunciara su adiós.
"Fue también una cuestión de conciencia, igual que mi retirada. Sentí que necesitaba jugar, lo añoraba. Me sentía un poco enjaulado y lo consensué con la familia para regresar", destacó Roa en su entrevista en AS.
"Fueron ocho meses que me hicieron bien y estaba convencido de lo que estaba haciendo, pero cuando retorné al fútbol me di cuenta que era lo que me gustaba hacer y lo único que sabía hacer. No tuve problemas para revertir esa decisión", comentó además en Líbero VS.
Finalmente, en abril del año 2000 anunciaba su regreso al fútbol profesional y lo haría reincorporándose a las filas del Real Mallorca, equipo con el que aún le quedaban dos años de contrato, pero donde ya nunca llegó a ser el jugador que fue y terminó como portero suplente del también argentino Leo Franco.
Durante aquella etapa fuera de los terrenos de juego, le habían pasado "cosas positivas" que lo ayudaron a fortalecer el plano espiritual, como apuntó en Líbero VS, aunque reconoció que cortó una proyección muy buena que tenía a nivel profesional.
La falta de minutos y la finalización de su contrato con el club mallorquín le llevaría a fichar en 2002 por un equipo de la Segunda División del fútbol español, el Albacete, donde volvió a sentir las mieles de la titularidad y con el que consiguió ascender a Primera.
Sin embargo, la vida le tenía guardado un serio revés. A principios del año 2004, a Roa le detectaron un cáncer de testículos por el que tuvo que dejar de jugar. Se operó y pasó un año muy duro entre sesiones de quimioterapia y rehabilitación, hasta que logró superarlo y pudo volver de nuevo a los terrenos de juego.
"Llegué a tener pensamientos negativos. Un cáncer testicular en aquel momento no era como ahora. Era uno de los mejores momentos de mi carrera y me costó adaptarlo. Llevaba una vida ordenada, con una alimentación sana y no podía entenderlo. Había vuelto al fútbol, había ascendido a Primera y fue un momento muy doloroso para mí y para mi familia", explicó en AS.
Tras aquellos terribles momentos, Roa pudo ponerse de nuevo en forma entrenando con clubes de la Tercera División española -CD Constancia de Inca y Atlético Baleares- para terminar fichando en su segundo regreso por el Olimpo de Bahía Blanca argentino, donde agotó su último año como profesional para retirarse definitivamente en 2006.
Desde entonces no ha dejado de estar vinculado al fútbol sin que su fe interfiriera de nuevo ello. Y lo ha hecho desde los banquillos, un nuevo rol en el que se inició en 2008 como entrenador de porteros del Club Atlético Brown de San Vicente, club de la localidad donde residía entonces.
De ahí pasó a ser ayudante de campo del técnico Adrián Gorostidi en el Club Sportivo Ben Hur de Rafaela en 2010 y, finalmente, se incorporó al equipo técnico de Matías Almeyda, con el que ha pasado por River Plate, Banfield, Club Deportivo Guadalajara de México, los San Jose Earthquakes de la MLS y el AEK de Atenas.
Hombre de convicciones -le apodan el 'Lechuga' por ser ovolactovegetariano, otro de sus grandes principios junto a la religión-, Carlos Roa trató de dejar de forma radical su pasión por su devoción, aunque finalmente fue el fútbol el que salió victorioso y del que nunca ha vuelto a separarse.
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