Tensión Estados Unidos vs China: caminando hacia una crisis política entre Trump y Xi Jinping

La relación entre Donald Trump y Xi Jinping ha evolucionado hacia una marcada por tensiones significativas. Ante un posible regreso de Trump a la presidencia, surge una interrogante clave: ¿es posible reconstruir su vínculo en un contexto geopolítico cada vez más complejo?

En 2017, Xi Jinping recibió a Donald Trump en la Ciudad Prohibida, un honor sin precedentes para un presidente estadounidense desde la fundación de la República Popular China. Durante el encuentro, Xi cerró el área y guió a Trump por los antiguos aposentos imperiales, transmitiendo cada momento en vivo por la televisión estatal. Trump correspondió mostrando un video de su nieta cantando en chino, gesto que se hizo viral, según BBC News.

En 2020, declaró que él y Xi Jinping "se quieren mucho", incluso en medio de una amarga guerra comercial con China. "Tuve una relación muy fuerte con él", confirmó en una entrevista con Wall Street Journal.

La relación entre Donald Trump y Xi Jinping comenzó con promesas de cooperación, pero pronto se desplomó debido a la guerra comercial y las críticas de Trump a la gestión china del COVID-19. Tras el brote del virus en Wuhan en 2019, Trump culpó a Pekín, llamándolo "virus chino", y agudizó el conflicto comercial con aranceles que aún afectan mercancías por más de 300.000 millones de dólares.

Sin embargo, las tensiones entre ambas potencias trascienden a Trump: la competencia llevaba años creciendo y alcanzó nuevos niveles de confrontación durante la administración de Biden, marcada por aranceles y disputas geopolíticas que incluyen la invasión rusa de Ucrania y el futuro de Taiwán.

Xi Jinping ha enfatizado la necesidad de un diálogo constructivo, calificando como "imprudente y condenado al fracaso" cualquier intento de contener a China. En su reciente encuentro con el presidente saliente Joe Biden, destacó la importancia de una relación estable entre China y EE.UU., no solo para ambas naciones, sino para el futuro de la humanidad. Xi abogó por encontrar formas de cooperación que permitan una interacción positiva entre las dos potencias y prevengan una nueva era de tensiones similares a la Guerra Fría.

Sin embargo, China observa con inquietud el posible regreso de Donald Trump, conocido por su enfoque proteccionista. Ante esta amenaza, Beijing podría intensificar sus esfuerzos para contrarrestar la influencia estadounidense, diversificando relaciones económicas y reforzando vínculos con países emergentes. Estas estrategias buscarían mitigar el impacto de medidas como la propuesta de Trump de imponer aranceles del 60% a los productos chinos.

Según Lyle Morris, del Centro de Análisis de China de Asia Society, la elección de figuras como Marco Rubio y Michael Waltz sugiere que Trump podría adoptar una política más agresiva hacia China. Aunque podría apelar a su relación personal con Xi Jinping como una herramienta de negociación, se espera que mantenga una postura firme e inflexible. Esto estaría alineado con las acusaciones de Pekín, que señala a Estados Unidos y sus aliados por intentar contener a China mediante aranceles, restricciones tecnológicas y alianzas militares estratégicas.

Marco Rubio, senador por Florida y posible secretario de Estado, es conocido por su oposición a China y su activismo contra las políticas en Xinjiang y Hong Kong. Defensor de una ley de 2021 contra el trabajo forzado, advirtió en 2023 que el desacoplamiento económico entre EE.UU. y China será clave para definir el siglo XXI, denunciando la influencia de Pekín en Washington.

Su posible designación como secretario de Estado podría tensar aún más las relaciones entre EE.UU. y China, según analistas. J. Michael Cole, experto en seguridad con sede en Taipéi. Destaca que las sanciones de Pekín, que prohíben la entrada de Rubio en China, complicarían negociaciones bilaterales y visitas oficiales, poniendo en riesgo futuros encuentros diplomáticos clave, según Capital.

La posible administración de Trump incluye a otros políticos con una postura firme hacia China, como John Ratcliffe, nominado para dirigir la CIA, quien ha sugerido que el COVID-19 podría haber surgido de un laboratorio en Wuhan. También se destaca Mike Waltz, candidato a asesor de seguridad nacional, quien ha descrito las tensiones entre Washington y el Partido Comunista Chino como una "Guerra Fría".

Según Wu Xinbo, profesor de la Universidad Fudan de Shanghái, estos "halcones" no solo adoptan posturas muy duras frente a China, sino que también podrían actuar sin considerar plenamente las consecuencias.

Trump ha mantenido el statu quo en las relaciones entre Taiwán y China, descartando un respaldo a la independencia de la isla, pero exigiendo que Taiwán asuma mayores costes por su defensa. Este año, Taiwán destinó el 2,5% de su PIB a defensa, incluyendo compras millonarias de armas estadounidenses. Además, su liderazgo en la industria de semiconductores emerge como un potencial foco de tensiones con Trump, según AP News.

La misma fuente informa que, en cuanto a China, Trump ha combinado críticas y alusiones a su relación personal con Xi Jinping, utilizando una estrategia de ambigüedad calculada. Aunque endureció las restricciones a empresas tecnológicas chinas durante su mandato, ahora promete eliminar la Ley CHIPS, alegando que Taiwán se benefició a expensas de EE.UU.

Mientras tanto, Pekín mantiene su amenaza de anexar Taiwán, aunque Trump señaló que no necesitaría recurrir a la fuerza militar en el conflicto por Taiwán. Según el expresidente, su carácter "impredecible" es un factor que Xi Jinping comprende bien y que podría influir en las decisiones del líder chino respecto a la isla. En su lugar, asegura que impondría aranceles paralizantes a las importaciones chinas si fuera necesario, según BBC News.

Washington expresa su preocupación por la expansión nuclear de China. Durante la presentación del nuevo gabinete de Trump, los medios chinos mostraron videos del caza furtivo J35-A, capaz de volar vertical y al revés, y que coloca a China como el segundo país, junto a EE.UU., con dos aviones furtivos en su inventario. También se presentó el J20-S, el primer caza furtivo de dos plazas, y se reveló que China podría estar desarrollando propulsión nuclear para un nuevo portaaviones, según BBC News.

El Departamento de Defensa de EE.UU. estimó que China dispone actualmente de 500 cabezas nucleares operativas y que podría superar las 1.000 para 2030, cifra significativamente inferior a las de Estados Unidos y Rusia, con 1.770 y 1.710, respectivamente. A pesar de ello, el Pentágono prevé que para esa fecha, gran parte del arsenal nuclear de China estará en un estado de preparación operacional, según Reuters.

La misma fuente informa que aunque China no ha revelado detalles específicos de su arsenal nuclear, mantiene oficialmente una política de no primer uso y aboga por una disuasión nuclear mínima y moderna. Este año, ha instado a otras potencias nucleares a adoptar un enfoque similar.  Expertos chinos han defendido que sus políticas nucleares siguen siendo las mismas y calificaron las evaluaciones occidentales sobre su poder nuclear como "exageraciones".

La relación entre Donald Trump y Xi Jinping será clave para el orden mundial. Ambos líderes reconocen la necesidad de gestionar sus diferencias para evitar un conflicto global y enfrentar desafíos sin precedentes. Su habilidad para hallar un terreno común será determinante para la estabilidad geopolítica.