El deshielo del permafrost revela riesgos inéditos para el Ártico
El permafrost cubre aproximadamente el 15% de la superficie terrestre en el hemisferio norte. Esta gruesa capa de suelo congelado actúa como un "pegamento", estabilizando el terreno en zonas como Siberia, el Tíbet, Alaska y Canadá. Sin embargo, el aumento de la temperatura global está provocando su degradación, lo que genera nuevas amenazas para las regiones árticas, poniendo en riesgo tanto el medio ambiente como las comunidades que dependen de este terreno estable.
El permafrost es una capa subterránea que permanece congelada en las regiones más frías del planeta. Se encuentra bajo la "capa activa", una franja de suelo que se congela en invierno y se descongela en verano. Está compuesto de tierra, rocas, arena y materia orgánica, todo unido por hielo, y su estabilidad es clave para los ecosistemas.
Durante milenios, el permafrost ha actuado como un sumidero de carbono, atrapando gases de efecto invernadero. Su deshielo podría liberar grandes cantidades de estos gases, acelerando el calentamiento global. Las capas más antiguas, con cientos de miles de años, pueden alcanzar hasta 1.500 metros de profundidad, lo que agrava aún más el impacto de su descongelación, según BBC News.
La liberación de gigatoneladas de gases, como carbono y metano (representado en la imagen por burbujas de metano atrapadas en el hielo), no solo impactará las regiones donde se encuentra el permafrost, sino que también agravará el cambio climático a nivel global.
El permafrost contiene microbios y sustancias químicas cuya liberación, acelerada por el calentamiento global, plantea nuevos riesgos e incertidumbres. A medida que el calor y las lluvias lo descongelan, los microbios descomponen la materia orgánica atrapada, liberando dióxido de carbono y metano, lo que agrava el cambio climático.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto que el permafrost en Siberia y Canadá se descongelará un 20% más de lo que se estimaba en investigaciones previas. Este hallazgo, publicado en Nature Climate Change, subraya la rapidez con que el derretimiento está ocurriendo y sus posibles consecuencias globales.
En Siberia está transformando partes de la tundra en paisajes enlodados, lo que provoca la desaparición de la flora local y afecta a la fauna que depende de ella. Además, cuando el permafrost bajo cuerpos de agua como lagos se descongela, el agua se filtra en el terreno, lo que genera sequías en la región.
En el Ártico afecta a tres millones de personas comprometiendo la estabilidad de infraestructuras como edificios y carreteras. El colapso del suelo congelado provoca grietas en las vías y desplome de viviendas, especialmente en zonas costeras y montañosas, según National Geographic.
El deshielo del permafrost ya provoca daños tangibles: gigantescos sumideros, postes telefónicos caídos, carreteras y pistas de aterrizaje deterioradas, y árboles desplomados. Estos impactos evidencian las graves consecuencias presentes y futuras de este fenómeno en las regiones afectadas.
El transporte de mercancías depende de carreteras de hielo y ríos congelados. El deshielo prematuro y la inestabilidad del terreno pueden reducir el tiempo de uso de estas rutas o hacerlas intransitables, aislando a las comunidades, dificultando el acceso a suministros esenciales como alimentos y medicamentos, incrementando los costes y limitando la disponibilidad.
Además puede provocar derrumbamientos en ciudades. Según varias fuentes, en Rusia, afectaría al 60% del territorio que está asentado sobre permafrost. Yakutsk, la ciudad más grande construida sobre permafrost, ya está sufriendo las consecuencias.
El cráter de Batagaika, formado por el deshielo del permafrost y agravado por la deforestación que provocó el colapso de las tierras, se ha convertido en una de las imágenes más representativas de la magnitud del problema del deshielo del permafrost, según DW.
Foto: NASA Earth Observatory images by Jesse Allen, using Landsat data from the U.S. Geological Survey
En Canadá, el derretimiento del permafrost podría liberar contaminantes de yacimientos industriales abandonados, afectando el agua potable y dañando los ecosistemas acuáticos. Esto pone en riesgo la salud de las comunidades locales y la fauna de la región, según National Geographic.
En zonas costeras y ribereñas provoca erosión, lo que lleva a suelos inestables y desprendimientos de tierra. Esto pone en peligro el acceso a recursos naturales esenciales para las comunidades del Ártico, como la caza y la pesca, que son vitales para su supervivencia.
Además, el deshielo de las capas más antiguas del permafrost podría liberar bacterias y virus desconocidos, según advierten los expertos en la revista Communications Earth and Environment. La reintroducción de estos microbios plantea riesgos impredecibles para la salud humana, con posibles efectos desconocidos en el organismo.
Un artículo publicado en Nature Reviews Earth & Environment analiza el estado actual de la investigación sobre el permafrost. El estudio se enfoca en cómo los científicos están abordando las nuevas preguntas que surgen a medida que el permafrost se descongela, enfrentando desafíos clave para comprender sus impactos a largo plazo.
El deshielo del permafrost es una amenaza multifacética que necesita atención inmediata. Es esencial intensificar la investigación, implementar medidas de adaptación para las comunidades afectadas y, sobre todo, acelerar los esfuerzos globales para mitigar el cambio climático y frenar el calentamiento global.
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