La trágica historia del reparto de 'Ay! cómo duele crecer' tras la serie
Fueron un total de 166 episodios, repartidos en 7 temporadas, emitidas en ABC entre septiembre de 1085 y abril de 1992. Durante ese tiempo, los protagonistas de 'Ay! cómo duele crecer' fueron auténticas estrellas globales, admirados y seguidos en todo el planeta.
Lo que no todo el mundo sabe, es que una vez terminada la sitcom, la mayoría de ellos hizo honor al nombre de la serie y vieron cómo crecer y salir de la serie les supuso dolor en algunas de sus variantes más complicadas. ¿Quieres saber qué pasó con todos ellos?
Kirk Cameron era la auténtica estrella de la serie. Era el adolescente guapo, rebelde, mal estudiante pero con buen corazón y, en los 80, sus pósters forraban paredes en casas de todo el mundo.
Lo que nadie esperaba era que durante la emisión de la serie, Kirk Cameron pasara de ser ateo a un fanático religioso de tal calibre que sus creencias afectaron de forma notable a la producción, lo que acabaría afectando a la serie y la percepción que el público tenía de ella.
Por aquel entonces, un Kirk Cameron veinteañero comenzó a forjar su leyenda como protagonista y productor de películas y series de corte cristiano, una ocupación que mantiene a día de hoy.
Además, Kirk Cameron es un habitual de la polémica como famoso pastor evangélico que es y con declaraciones en las que asegura que la "homosexualidad es antinatural, perjudicial y destruye los principios de la civilización".
Tenía ocho años cuando empezó la serie y, de haber jugado bien sus cartas, podría haber dominado la década de los 90 y coger el relevo de Kirk Cameron, cuando éste cambió Hollywood por la religión. Pero no lo hizo.
Jeremy Miller tuvo problemas serios con el alcohol y, como él mismo confesó a Oprah Winfrey en 2013, su historial con la bebida comenzó a los 4 años. Sí, a los 4 años.
"Mis abuelos hacían fiestas en casa y, cuando habían terminado, yo iba para terminar las cervezas que quedaban abiertas", le comentó a la famosa presentadora.
Jeremy Miller afirmó que "toqué fondo cuando me desperté a oscuras en mi habitación, sin saber qué había hecho, ni dónde estaba, con mi novia enfadada a mi lado".
Eso sí, con el paso de los años ha enmendado su camino y en 2011 pasó a ser portavoz de 'Fresh Start Private Management Inc', la empresa de rehabilitación que consiguió ayudarle, a la que aportó su testimonio para ayudar a otra gente con problemas. Lo que jamás ha podido recuperar ha sido su carrera.
Tracey Gold daba vida a la aplicada y responsable Carol Seaver en la serie, mientras sus hermanos, de forma recurrente, no paraban de criticar su presunto sobrepeso, en un guión que hoy en día no se habría aprobado. Pero eran otros tiempos y acabó afectando a la joven actriz.
Tracey Gold acabaría sufriendo anorexia y llegó a bajar tanto de peso que acabó saliendo de la serie, aunque volvería para rodar los capítulos finales. Según contó a 'The Daily Beast', se quejó de forma reiterada por esos guiones pero la respuesta siempre era la misma: "Es gracioso".
La actriz tuvo un momento crítico en 1992 cuando tuvo que ser ingresada en un hospital por una pérdida tan grande peso que casi le cuesta la vida.
Una vez recuperada, pudo seguir su carrera aunque siempre con títulos menores. Lo que sí hizo fue hablar de su enfermedad para darle visibilidad, incluida la publicación de un libro en 2003: 'Room to Grow: An Apetite for Life'.
El padre de la familia Seaver era un psicólogo que aplicaba sus conocimientos para solucionar los conflictos en el hogar. Y sí, por si alguien se lo está preguntando, Alan Thicke es el padre del cantante Robin Thicke.
Tras la serie, Alan Thicke siguió trabajando, tanto en cine como en televisión, aunque nunca tuvo un papel con la misma relevancia que Jason Seaver.
Pero llegó el 13 de diciembre de 2016, un día cualquiera en el que Alan Thicke jugaba al hockey con su hijo de 19 años, cuando sufrió un ataque al corazón y falleció de forma fulminante, tal y como recogía TMZ en su día.
Cuatro meses antes de la disección aórtica que le costó la vida, Alan Thicke pasó por el programa 'Hollywood Medium', donde le avisaron que se cuidara la presión arterial y el corazón. Tenía 69 años.
Joana Kerns también supo librarse de la maldición de la serie y sus problemas no crecieron tras finalizar la sitcom.
Es más, cuando salió de aquel set de rodaje, pudo disfrutar de dos décadas más de éxitos, tanto como actriz, como en su faceta de directora.
Y es que tras las cámaras, Joana Kerns llegó a dirigir capítulos de serie como 'Titans', 'Scrubs', 'Dawson's Creek' o 'Psych'. Como actriz, participó en proyectos como 'Inocencia Interrumpida' (Girl, Interrupted, 1999).
Nacida en 1953, Joana Kerns lleva alejada de las cámaras y los rodajes desde 2007.
El personaje nació en la temporada 4 y a partir de la temporada 5, tras un crecimiento clínicamente improbable por su rapidez, Ashley Johnson comienza a ser un personaje recurrente.
Durante las temporadas 6 y 7 sería un personaje principal con todas las de la ley y con la suerte de ser tan pequeña de no enterarse de las tensiones que ya había en el set de rodaje.
De hecho, Ashley Johnson ha sido el miembro del elenco principal al que mejor le ha ido tras finalizar la serie en 1992. De hecho, no ha dejado de trabajar en cine, televisión y videojuegos, donde ha puesto voz, entre otros, a Ellie, en 'The Last Of Us'.
Los papeles más relevantes de la actriz, han sido como Patterson Leung en 'Blindspot' o el de Amber Ahmed en 'The Killing'.
Leonardo DiCaprio tenía 16 años cuando debutó en la séptima y última temporada de 'Ay! cómo duele crecer'. A pesar de su juventud, ya había aparecido en series como 'Parenthood' o 'Santa Barbara', pero fue la sitcom la que le dio el salto de calidad en Hollywood.
El actor daría vida a Luke Browen, un alumno de Mike que es abandonado por su padre y al que acogen en casa de los Seaver durante un tiempo. Tiempo suficiente para relevar a Kirk Cameron en las paredes de millones de hogares.
Tres décadas después, todo lo que se pueda decir de Leonardo DiCaprio, está dicho. Uno de los mejores actores de la historia y uno de los muchos intérpretes a los que los Oscar le debe una o dos estatuillas, a pesar de la que se llevó en 2016 por 'El Renacido' (The Revenant).