El origen (didáctico) del Cubo de Rubik (y sus millonarios beneficios)
¿Existe alguien en el mundo que no haya tenido alguna vez en sus manos un Cubo de Rubik? Otra cosa más compleja es dar con la solución pues, según 'Jamcoding', solo el 5,8% de las personas que lo intentan, consiguen completarlo por sí mismas.
Más allá de su obvia dificultad, lo que no todo el mundo conoce es el origen didáctico de un juego que comenzó teniendo espíritu educativo y acabó siendo uno de los más conocidos de la historia, además de convertir en millonario a su creador.
Si analizamos el Cubo de Rubik, la idea puede parecer sencilla. Un cubo de 6 caras, formado por 9 celdas móviles en cada cara y el objetivo de hacer coincidir las seis caras en un solo color. El trabajo de diseño e ingeniería que hay detrás es tremendo.
A esta dificultad hay que sumar que Ernö Rubik, padre de la criatura, lo creó en 1974, cuando la tecnología distaba mucho de la actual. Es más, este profesor de Arquitectura húngaro nunca pensó en su cubo como un juguete, sino como una herramienta didáctica.
Así lo comentaba el propio Ernö Rubik en una entrevista a BBC, allá por 1986, asegurando que su rompecabezas tenía la geometría como base. Su complicada idea debía ser, en la práctica, tan sencilla e intuitiva que plantease un desafío pero que se entendiese a la primera como resolverlo.
"Hay que tener paciencia, memoria espacial y memoria tridimensional", comentaba Ernö Rubik a BBC en 1986. "Si cerramos los ojos, sabemos dónde están las piezas. Y no sólo por una imagen, por su significado".
Fueron meses y meses de trabajo y diseños realizados con madera, papel, bandas elásticas, pegamento, clips y todo tipo de artilugios, usando a sus alumnos de la Escuela Superior de Artes de Budapest como sujetos de prueba, como recoge 'Smithsonian Mag', hasta que en enero de 1975 solicitó la patente de su prototipo en Hungría.
Ernö Rubik (en la foto) presentó su 'Cubo Mágico' (Bűvös Kocka, en húngaro), primer nombre que tuvo, como un juego de lógica espacial. Tardarían más de dos años en concederle la patente. Desde ese momento, el Cubo Mágico no paró de multiplicar su popularidad.
Para poner su invento en circulación, Ernö Rubik se asoció con 'Politechnika', una empresa húngara que ese mismo año, 1977, ya lo había llevado a las tiendas de todo el país. Un año más tarde, una distribuidora británica llevó el Cubo Mágico fuera de Hungría.
No obstante, sería la Feria de Juguetes de Nuremberg (Alemania) de 1979 la que cambiaría el destino del Cubo Mágico para siempre. Según recoge Smithsonian Mag, Tom Kremer se llevaría el Cubo Mágico a 'Ideal Toy Company', compañía norteamericana donde sería rebautizado como 'Cubo de Rubik'.
En 1980 comenzó su andadura internacional a gran escala y, apenas dos años después, ya había superado los 100 millones de unidades vendidas, a los que había que sumar las incontrolables falsificaciones, según recogía BBC.
A partir de ese momento, el Cubo de Rubik pasó de ser un juguete, a un icono de la cultura pop, capaz de colarse en ropa, series de televisión, películas, canciones...
Cosas de la vida, en 1982, 'The New York Times' se tiró a la piscina de lo cool para asegurar que el Cubo de Rubik ya estaba pasado de moda. El tiempo ha dejado claro su error, similar al de quienes apostaron por el Betacam o la corbata-piano.
De hecho, el paso del tiempo ha llevado al Cubo de Rubik a otro nivel. En concreto, al nivel de tener campeonatos del mundo, al nivel de resolverlos en situaciones extremas como en el fondo del mar o en el espacio.
Y a pesar de que las ventas se han relajado, BBC estima en 400 millones los Cubos de Rubik originales vendidos desde su lanzamiento. Obviamente, el impacto de este juguete en la sociedad de los últimos 50 años, ha convertido a Ernö Rubik en millonario.
Tal es así, que 'Celebrity Net Worth' le calcula un patrimonio superior a 100 millones de dólares. A esta fortuna hay que sumarle el honor de haber sido la primera persona de la historia en solucionar el Cubo de Rubik. Su cubo y cada vez el de más gente.