Acciones sencillas para salvar el planeta
Hay pequeños gestos que contribuyen a luchar contra la emergencia climática que vivimos. Ahí va una lista de acciones individuales que ayudan a luchar a favor del Medio Ambiente.
Las pajitas de plástico (también conocidas en Latinoamérica como popotes, sorbetos, cañitas y otras acepciones) son un verdadero problema medioambiental. Se producen en cantidades enormes y fácilmente acaban contaminando los océanos. Cada elemento de este tipo tarda 100 años en reciclarse. Hay que erradicarlas.
Pinta las paredes de tu casa de colores claros, para que la luz solar se refleje y no haga falta encender la luz hasta el anochecer.
Apoya el comercio de proximidad y da prioridad a los productos que están más cerca. El transporte de mercancías a gran escala genera contaminación.
El consumismo desaforado (también en el caso de la moda) resulta contaminante. Un planeta sostenible es también un planeta donde la ropa pueda reutilizarse. Mercadillos y tiendas de segunda mano pueden presumir de su valor tanto chic como medioambiental.
Busca una botella en material no contaminante (es decir, que NO sea de plástico) y llévala siempre contigo para llenarla de agua. Ahorrarás dinero y, sobre todo, contribuirás al cuidado del planeta.
Actualmente, se está multiplicando la oferta de objetos domésticos que ya no están hechos en el temible y contaminante plástico. Un pequeño ejemplo: los cepillos de dientes ya tienen su versión en bambú.
Cada estación tiene sus productos y no está de más adaptarnos a un consumo que encaje con el ritmo del planeta. Traer fruta y verdura del otro lado del planeta para satisfacer nuestros caprichos acarrea problemas medioambientales.
La opción vegana sostiene que mejor prescindir totalmente de carne (y de pescado). Una decisión individual que cada cual debe meditar. Sin embargo, como mínimo, sí debiéramos reducir el consumo de carne (y, sobre todo, carnes rojas). Por salud y por razones medioambientales: la ganadería industrial es contaminante por el pasto que consumen los animales criados para el consumo humano y por sus flatulencias, que pueden suponer (según la FAO) un 9% del dióxido de carbono que genera la actividad humana, un 65% de óxido nitroso, un 37% de metano y un 64% de amoníaco.
Y la ducha que sea corta. El agua es un bien (cada vez más) escaso.
Puedes sacar una buena cantidad de agua si recoges la que sale fría antes de ducharte y luego, aprovecharla para para fregar el suelo una vez termines en la ducha.
Es importante que no haya muebles y ropa (o presuntos "embellecedores") que tapen los radiadores porque se dificulta la difusión del aire caliente.
Gran parte del calor que se genera al cocinar se escapa si no se utiliza una tapa. Además de tardar más en calentar la sartén o hervir el agua, consumirás más energía, ya que la vitrocerámica trabajará más tiempo.
El horno no pierde el calor de forma inmediata tras apagarlo, así que puedes aprovechar el calor de forma inmediata cuando lo apagas, por ejemplo para terminar de hacer lo que estás cocinando.
Apaga siempre las luces que no estés utilizando, aunque sea solo un minuto. Es falso que encender y apagar las luces en un periodo corto de tiempo eleva el consumo.
No cierres las cortinas o las persianas hasta que anochezca, así conseguirás usar la luz eléctrica mucho menos tiempo
Apaga el router por las noches, cuando salgas y en cualquier ocasión en que no lo estés utilizando porque consume más energía que un ordenador portátil.
Si no vas a usar el ordenador en un máximo de dos horas, es mejor que lo pongas en reposo. Si tienes que interrumpir el trabajo muchas veces durante el día, el apagado y encendido acabará afectando a tu equipo y consumiendo más batería, y por tanto electricidad.
Riega las plantas por la mañana o por la noche para evitar las horas de evaporación del agua.
Si puedes desplazarte a pie, hazlo. Es la más genuina forma de desplazarse ecológicamente.
Si en tu país hay una red de ferrocarril que sea solvente, utilízala. Es el medio de transporte que menos contamina.